Cuando leí "La música de los huesos" me dije que no debía perder de vista a Nagore Suárez y cuando vi el otro día, en las estanterías de una de las bibliotecas pertenecientes a la red de bibliotecas municipales de Cartagena, "El ritual de los muertos" me dije: "Chaval, este es el momento de leerte esta novela". Dicho y hecho.
Con esta segunda novela, Nagore Suárez consigue entrar en mi cada vez más extensa lista de referentes literarios porque he podido observar que tiene una forma de escribir especial capaz de abducir totalmente al lector impidiéndole dejar de leer para tomarse un respiro.
En esta novela acompañamos, de nuevo, Anne que vuelve al pueblo con la intención de asistir al funeral de un familiar de un amigo. Pero una cosa son las intenciones que podemos tener en un momento determinado y otra cosa muy diferente es la realidad y los caminos por los que nos lleva esa realidad. La estancia de Anne en el pueblo se amplía por culpa de una serie de asesinatos que se están cometiendo en el pueblo donde, normalmente, no sucede nada. En esta novela, Anne también se hará acompañar por Gabriel Palacios, el inspector encargado de la investigación de estos crímenes y que deberá lidiar, por un lado, con la investigación y, al mismo tiempo, con sus propios fantasmas del pasado, al igual que le sucede a su amiga del alma Paloma, quien una vez más acompaña a Anne cuando parece que la esperanza se va perdiendo.
Lo mejor de todo es el modo de jugar de Nagore con el lector. Cuando me pensaba que el culpable de los asesinatos era un determinado personaje, al poco tiempo me desmonta mis propias pesquisas y me demuestra que estaba muy equivocado. Esto es uno de los aspectos que más me gusta cuando leo novela negra. Me gusta formarme mi película y que los autores me la desmonten.
FICHA TÉCNICA:
«Habían pasado casi siete meses desde que volviera a la casa indiana de mi abuela con la intención de pasar el verano y asistir a un festival de música. Siete meses desde que aparecieran unos huesos en el jardín, que resultaron estar relacionados con mi madre y con lo que ocurrió en el pueblo durante el verano de 1978, cuando ella aún era una adolescente. Desde entonces, las cosas habían cambiado mucho.»
A veces el destino impone su voluntad. Cuando el padre de un amigo fallece, Anne regresa a la Ribera Navarra para asistir a su funeral, a pesar de que aún sigue teniendo pesadillas con lo que ocurrió la última vez que estuvo allí. Pero el hallazgo de un cadáver cerca del cementerio lo cambiará todo, y lo que parecía una corta estancia se convertirá en el comienzo de un nuevo misterio.
¿Qué está pasando en el pueblo? Anne no puede evitar obsesionarse con esta historia que adquiere tintes cada vez más oscuros. ¿Narcotráfico? ¿Profanaciones de tumbas? Poco a poco, la protagonista se verá envuelta en una investigación que involucra tanto a sus viejos amigos de la infancia como a Gabriel Palacios, el inspector de la Policía Foral con quien compartió una breve pero intensa historia de amor.
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