Después
de afrontar un caso realmente duro y muy complicado como el que vimos
en "Los que merecen morir" en el que debían echarle el guante a un
peligroso criminal, Dalia Fierro y Severo Justo, junto con el resto de
la Brigada de los Apóstoles, vuelven a verse las caras con un peligroso
asesino que se dedica a asesinar brutalmente a ancianas, y si no fuera
poco, también es asesinado el líder musulmán del barrio de Lavapies y una dirigente política que, a priori, no tienen nada que ver con el asesino pero, a medida que vamos leyendo la novela, vemos que siempre hay algo relacionado con los distintos cadáveres que aparecen a lo largo y ancho de "Madrid nos mata".
Además, Severo Justo también debe investigar el caso de un secuestro que hace tambalear la vida de un joven aspirante a Papa.
En definitiva, "Madrid nos mata" es un viaje a la cara oculta de la sociedad, a la miseria más absoluta que gobierna algunas parcelas sociales, al mismo tiempo, nos lleva a tomar una verdadera concienciación en cuanto a los prejuicios que, queramos o no, tenemos demasiados y parece que los prejuicios son los que nos gobiernan a nosotros cuando, en verdad, deberíamos ser nosotros quienes gobernáramos a los prejuicios intentando eliminarlos de raíz.
El lenguaje utilizado por el autor le permite al lector adentrarse de tal manera en la trama que, después, cuando se termina la lectura de la novela editada por la Editorial Alrevés, cuesta un poco volver a la realidad y a nuestro quehacer diario. Personalmente, "Madrid nos mata" es como una operación a corazón abierto en la que el doctor (en este caso, Carlos Salem) nos muestra una cruda realidad en la que, para que la operación sea todo un éxito, debemos llegar al final y dejar, aunque sea por una vez, los dichosos prejuicios de lado. La vida sería mejor si realmente dejásemos los prejuicios olvidados en el fondo del cajón del alma de las personas.
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