En la mañana de hoy, martes 14 de enero de 2020, recibimos la visita del autor de la novela "Cruz" entre otras más. Hoy contamos con la presencia del escritor argentino Nicolás Ferraro.
Nicolás nació en Buenos Aires en 1986. Gracias a los videojuegos, especialmente al de Max Payne, descubrió la literatura negra y criminal. Es seguidor de Independiente (equipo de fútbol de la Liga de Argentina) y también es seguidor de un equipo de la NBA, los Utah Jazz. Estudió Diseño Gráfico en la UBA (Universidad de Buenos Aires). Actualmente trabaja en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno en el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq.
Aparte de ser autor de la novela "Cruz", editada en varios países como por ejemplo en Argentina (Editorial Revólver), en México (Editorial Nitro/Press) y en España (Delito) con la que fue Finalista del Premio Dashiell Hammett a la mejor novela negra de 2018 que otorga cada año la Semana Negra de Gijón, el festival más longevo de novela negra en España; también es autor de las novelas "Dogo" (2016, Del Nuevo Extremo, Argentina), "El cielo que nos queda" (Revólver, Argentina), entre otras.
Dicho esto, ha llegado el momento de que Nicolás le ponga voz a las respuestas dadas a cada cuestión formulada por SuperLectorAlfa. Empezamos en 3,2,1,....
- ¿Qué es la literatura para
ti?
Primero que nada un entretenimiento. Después, tanto escribir
como leer son actividades que uno podría entender como un entrenamiento de la
empatía, una manera de ponerse en la vida de otros y tratar de entenderlos,
comprenderlos, y hacer lo propio con uno mismo.
- ¿Siempre te ha atraído la
literatura o has tenido épocas en las que te mantenías alejado de las letras?
Empecé a leer con frecuencia a partir de los veintidós años,
con lo cual podría decir que me pasé dos terceras partes de mi vida alejado de
los libros. Ahora leo tanto como puedo, y cuando siento que nada de lo que
estoy leyendo me interesa, tengo algunos autores que me recuerdan por qué leo y
por qué escribo.
- ¿En qué momento dijiste de
empezar a escribir para que la gente te pudiera leer?
En ningún momento puntual así como está planteado. Creo que
las ganas de escribir vienen de las ganas de leer, y uno escribe por un deseo
propio. Cuando lo hago no estoy pensando en un lector, muchas veces he visto
que eso hace que uno escriba para una hinchada, y cuando empecé a escribir era
una diversión, no me detuve a pensar en que alguien me iba a leer. Eso sí,
cuando lo termino espero que haya alguien al que le interese.
- ¿Hay algún libro que te
haya marcado a lo largo de tu trayectoria?
Muchísimos. La primera novela negra que leí fue El Sueño Eterno, y pienso que si no me
hubiera impactado -en cuanto a su tratamiento del lenguaje y las posibilidades
del género, el ambiente que transmitía- quizás no habría seguido leyendo el
género.
Tengo un aprecio particular por Los
Amigos de Eddie Coyle, en el retrato gris que hace de ese mundo criminal y
a la vez mundano, ya sin héroes, de tipos normales que lo más parecido que
tienen a una esperanza es un plan que les permita pagar el plomero o zafar de
la cárcel. De la misma manera que Chandler vanagloriaba a Hammett por devolver
el crimen a la calle, por remarcar que el crimen fuera cometido por un motivo y
no solo para el lucimiento de un detective, creo que Higgins proponía ya no el
criminal que quería dar el golpe de su vida, sino aquel para el que el crimen
se volvía un medio para salir adelante, como si fuera un trabajo de nueve a
cinco, sin maldad ni una idea de querer cagar al otro, pero tampoco dejarse
pasar de encima. ¿Cómo tratar de ser honesto en un mundo deshonesto? Y creo que
desde ese lugar se siente por estos tipos una particular empatía -o una
cercanía- ya que sus problemas son parecidos a los nuestros.
También podría hablar de El Tejedor
de James Sallis, un libro que después de una primera lectura sentí que no me
terminaba de cerrar, algo me hacía ruido, pero no estaba seguro de qué era. De
manera que volví unos años después y ya con otras herramientas y otras
experiencias que me permitieron decodificar qué era eso que estaba pasando ahí.
Es sin duda uno de los libros más humanos y complejos que leí, porque al mismo
tiempo parece una oda a la soledad, a la compañía y a la empatía. Es devastador
y al mismo tiempo esperanzador, y en esa tensión se juega gran parte de la
literatura, en especial, la negra.
- ¿Quién o quiénes son tus
referentes literarios?
|
Alexis Ravelo, uno de los numerosos referentes de Nicolás |
Creo que podría poner el catálogo de Sajalín directamente,
pero vamos a mencionar a Vern Smith y sus Los
Reyes del Jaco -una versión afro de Los
Amigos de Eddie Coyle-, Edward Bunker, Newton Thornburg -cómo Cutter & Bone no es alabado por toda
la comunidad del género es un misterio-, Chris Offutt, Gene Kerrigan, Colin
Barrett, etc.
Soy muy fanático del rural noir: Daniel Woodrell, Donald Ray Pollock, Frank
Bill, Bonnie Jo Campbell, Joe Lansdale.
De la época de los Gold Medal: David Goodis, Dan J. Marlowe, Charles Williams,
Donald Westlake.
También me gustan mucho James Crumley, George Pelecanos, Kent Anderson, Vachss,
Jordan Harper, William Boyle, Ken Bruen, Megan Abbott, Dennis Lehane, Walter
Mosley.
Y ya en español: Alexis Ravelo, Claudio Cerdán, Marc Moreno, Carlos Zanón.
Carlos Salem, Leonardo Oyola y Kike Ferrari.
Y de Brasil, dos grandes autores: Marcal Aquino y Patricia Melo.
- Empecemos hablando de
“Cruz”, novela editada por la Editorial Delito y que fue Finalista del Premio
Dashiell Hammett que se otorga en la Semana Negra de Gijón. ¿Cómo surge la idea
de esta novela?
En el 2012 tuve las primeras ideas -mientras escribía otra
novela-. Una historia de hermanos en la que el mayor tuvo que hacerse cargo de
una herencia criminal en el momento que el padre es apresado, y pensaba:
“bueno, tanto tiempo después la historia se repite; es el hermano mayor el que
cae preso y el menor, aquel que siempre estuvo “ajeno” a ese mundo, es el que
debe meterse de lleno en ese ambiente. Era, en ese entonces, más que nada una historia
de hermanos, con algunas frases sueltas del padre que aparecerían en
flashbacks. Y ahí quedó esa suerte de disparador.
Para escribir, para que me dé ganas de contar una historia tengo que tener tres
o cuatro escenas, imágenes, que me interesen narrar, y entre las cuales voy
llenando los blancos. Y en un momento decidí: por qué no sacar la novela de la
ciudad y llevarla a la triple frontera. Y viendo los tipos de negocios ilegales
que se manejaban ahí -no voy a decir cuál para no spoilear la trama- tuve una
escena que dije: esto quiero contar. Después esa escena no quedó tal cual,
porque no funcionaba así como estaba y tuve que sacrificar parte de lo que en
un principio había sido el detonante para contar, pero todo eso terminó por
poner en funcionamiento la escritura.
- El título, ¿era el que
tenías en mente desde un principio o le tuviste que cambiar el nombre en alguna
ocasión?
El título estuvo desde el principio. Cuando estaba terminando
mi primera novela -inédita- llegué hasta el final y el personaje principal se
llamaba Daniel. Y era...Dale….el protagonista del libro no puede llamarse
Daniel. Ahí aprendí algo básico: los nombres son importantes. De ahí
también, como una suerte de marca, que todos mis primeros libros llevaban el
nombre / apodo del protagonista. En el caso de Cruz eso se ampliaba ya que el
apellido abarcaba a la familia. Y si bien el juego metafórico que plantea es
sencillo, me parecía que a su vez era conciso y potente, lo cual compensa,
creo, lo genérico que puede resultar.
- En la novela, nos
encontramos con Tomás Cruz. ¿Qué destacarías del protagonista de la novela?
Creo que en estos tiempos donde el dejar todo para mañana es
una característica de época, lo que me resulta agradable y es una de las cosas
que me atrae del género negro, es que nos encontramos con personajes que viven
en un estado de inercia total y por un problema se ven obligados a decir: tengo que hacer esto. Y van y lo hacen.
En principio destacaría eso, salir de ese estado de inercia. Y además, parar de
vivir en ese cuento que se contó a sí mismo. A la hora de hacer nuetras
biografías, muchas veces somos narradores poco confiables. Así que Tomás tiene
que dejar de repetir ese cassette con el que trata de convencerse, dejar de ser
alguien que es poco más que los pecados del padre. Y claro, a fin de cuentas,
de dejar de ser víctima y pasar a ser alguien más.
- Vemos en la novela que
Tomás Cruz debe elegir y tomar una difícil decisión. Esto me lleva a
preguntarte, ¿por qué, desde tu punto de vista, las decisiones que tomamos a lo
largo de nuestra vida son, en diversas ocasiones, muy difíciles de tomar?
Te diría por incertidumbre, por falta de certezas. Y en
especial, porque la mayoría de las decisiones no se tratan de elegir entre lo
bueno y lo malo, e incluso si así fuera no hay muchas certezas de saber cuál es
cuál. No hay garantías y la clave, sin ponernos en filósofos de barra de bar,
que es temprano para unas cervezas, es tratar de asimilar eso y hacer lo mejor
posible en cada caso.
Ligado a esto está el centro de toda buena narrativa que es el conflicto. En el
caso de Cruz, Tomás siempre mantuvo como posición estar alejado del mundillo
criminal que instauró su padre y que su hermano mayor tuvo que hacerse cargo
para protegerlo, y ahí hay una lealtad hacia él, una deuda, que cuando su
hermano le dice que tiene que realizar un trabajo criminal para salvar a su
familia. termina por verse envuelto en una encrucijada. Su lealtad a sí mismo y
a su hermano chocan y se da cuenta de que la traición juega un rol dentro de la
lealtad. Qué vas a traicionar para seguir siendo leal: a tu familia o a lo que
crees. A eso podríamos decir que se reduce la novela.
El género negro en una línea: tenés dos opciones de mierda y, así y todo, tenés
que elegir.
- Retrocedemos a 2016 para hablar
de tu primera novela “Dogo”, editada por la Editorial Del Nuevo Extremo
(Argentina). ¿Con qué se puede encontrar el lector en esta novela?
En cierta manera en algo de lo que te acabo de comentar
recién. Creo que el género negro presenta a personajes que tienen una manera
ética de estar en el mundo, con un conjunto de códigos que son puestos a prueba
de manera extrema.
Dogo sale de la cárcel después de unos buenos años adentro con la promesa de no
volver a ir por izquierda, de dejar ese mundo criminal. El problema es que el
capo del barrio tiene otros planes para él y le pide que busque -no de las
mejores maneras y amenaza de muerte mediante- al Yunque, su hermano en armas,
que tiene un par de deudas. Y el Yunque también se le aparece y le pide que lo ayude
a hacer un trabajo para zafar. Ahí está el problema: o puede volver meterse en
ese mundo de ilegalidades -traicionarse- para salvar a un amigo o entregarlo al
capo y mantenerse alejado del crimen.
- En la novela “Dogo” el
pasado, en cierta medida, es un personaje más de la novela. Ahora te pregunto,
el pasado, ¿es algo que ya pasó y que ya no vuelve o, por el contrario, siempre
vuelve el pasado para, de cierta forma, hacer tambalear el presente?
Ya lo dijo Faulkner: “El pasado no está muerto ni enterrado.
De hecho, ni siquiera es pasado”.
- ¿Estás trabajando en algún
nuevo proyecto literario?
Acabo de publicar mi tercera novela, El Cielo Que Nos Queda,
un rural noir, y en estos momentos estoy dándole forma a una historia
ambientada nuevamente en la frontera para un proyecto que, de salir todo bien,
saldría en 2020.
- El sector editorial en
Argentina, ¿de qué estado de salud goza?
Estos últimos años han dejado al borde del knockout a la
industria editorial, desde la ausencia de políticas culturales que acompañen el
mercado del libro a la falta campañas de promoción de lectura. Y además la
crisis económica hizo que la gente no disponga de un dinero extra para gastar
en ocio, lease libros, con lo cual cerraron librerías, editoriales. El precio
de los libros casi que se triplicó. Es difícil saber el grado del daño aún.
- En la solapa interior de
“Cruz” en la edición de Delito se menciona que descubriste la novela negra
gracias a un videojuego. Mi pregunta es, ¿se aprende con todos los videojuegos
o solamente con algunos?
Esto pasa con cualquier expresión artística. Ya sea libros,
películas, música, videojuegos. Hay obras buenas, muy buenas, malas y muy
malas. Eso no distingue género narrativo.
- ¿Qué te aporta la novela
negra que no te aporta los demás géneros literarios?
Creo que es un género que siempre está en tensión y narra los
intentos que hacemos por seguir siendo honestos en un mundo deshonesto.
Queremos tener fe, una forma ética de estar, tener confianza mientras el mundo
-y la gente, claro- hace todo lo posible para que dejemos de creer y de
confiar. Y en esa distancia surgen un montón de conflictos que hay resolver
tanto a nivel individual como social.
- Tu mejor momento del día
para escribir, ¿cuál es?
Solía ser la tarde, pero desde que cambié de trabajo se hace
difícil salir del laburo y ponerse a escribir. Así que suelo sacrificar un rato
de sueño, levantarme dos horas antes de entrar al trabajo y dedicarme en ese
momento.
- ¿Qué consejo le darías a
aquellas personas que quieren escribir sus primeros libros pero que, por
diversos motivos, no terminan de decidirse a dar el paso?
Si no terminan de decidirse, entonces no es para ellos.
Relajensé y busquen otra cosa que realmente los convoque. La pasión y las ganas
de trabajo no se pueden forzar. En su libro On
Writing, George V. Higgins decía que el deseo de contar historias era
universal, sin ese deseo no habría chistes, chusmerío, diarias, novelas, etc.
Higgins diferenciaba entre los que escribían
historias y los que escuchaban
historias, y lo que los separaba no era que los escritores simplemente tienen
más tiempo para escribir -como muchos escuchadores de historias quieren creer-.
Los escritores no tenían elección; tenían que escribir para llegar a una suerte
de paz mental. Hay un deseo obsesivo por contar sus historias.
Ahora si ese deseo está, hay que leer mucho, demasiado, y
escribir regularmente, dejar que el inconsciente vaya trabajando esas ideas, y
volver y reescribir. Y escribir por el solo mero hecho de hacerlo, no tener la
cabeza en publicar un libro para poder decir que “soy escritor”. A nadie le
interesa que uno sea escritor. Le interesa que seas bueno haciéndolo, y para
eso hay que escribir y escribir. Compartir el texto con gente que confíes y
tenga criterio -no a un amigo que te diga “qué lindo”, el aplauso sin algo más
no tiene mucho que aportar-. La fuerza del trabajo es lo que hará que
finalmente algo pase con aquello que uno escribió.
Y por encima de todo eso, a la hora de escribir, divertirse.
Que para torturarse sobran cosas.
- Para finalizar la
entrevista, la gente que la haya leído y que esté interesada en adquirir algún
ejemplar de tus novelas, ¿de qué modo lo pueden hacer?
En Argentina los tres libros están distribuidos. Por lo
pronto, en España, Cruz fue editada recientemente por Delito Libros, así que
está a disposición. También pueden encontrarla en ebook en Amazon.