Gracias
a la aplicación de Babelio y a su Masa Crítica puedo disfrutar de obras
que, quizás, de otra manera no podría llegar a conocer nunca y algo
parecido me ha pasado con "Función de pérdida" del escritor cartagenero
José Joaquín Bermúdez Olivares, mi paisano. Llevo mucho tiempo siguiéndole la pista a José Joaquín pero hasta la fecha no había leído nada de él.
"Función
de pérdida" es un librito fino de relatos en el que nos muestra o nos
refleja un tema muy recurrente como es el pasado, la juventud, la
infancia, esa amiga que cuando dice de irse, siempre lo hace para no
volver jamás dejando, al mismo tiempo, sitio para la adolescencia, adultez y vejez.
Sinceramente,
me esperaba algo más de estos relatos. Quizá, me esperaba que
estuviesen un poco más "ordenados" porque la sensación que me dio cuando
leí el libro es que hay demasiado desorden para mi gusto. Me dio la
sensación de que el autor quería contarnos varias cosas al mismo tiempo
como si no hubiese un mañana.
Esto, como siempre digo, es mi opinión personal. Yo os animaría a leer el libro y que toméis vuestras propias conclusiones.
FICHA TÉCNICA:
Nº PÁGINAS: 120 Páginas.
AUTOR: José Joaquín Bermúdez Olivares.
EDITORIAL: La Huerta Grande.
ENCUADERNACIÓN: Tapa Blanda.
TEMÁTICA: Relatos.
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2022.
ISBN: 9788418657207
NOTA: 6/10
SINOPSIS:
Si toda colección de relatos sufre el pecado original de la
heterogeneidad, en esta Función de pérdida, su autor ha tenido la
deferencia de insertar un tenue marco estructural al conjunto: la
mención al inicio y al final de una temática musical (que nunca es igual
a la literaria) en torno a la obra Cuadros de una exposición, reunión
de piezas también heteróclitas alguna de las cuales parece de especial
significado en los días de la escritura de este libro, hablamos, claro
de La gran puerta de Kiev. Es de agradecer que tal marco no constriña la
gran libertad con que están construidos estos relatos, de asunto y
fecha de composición muy variados, pero unidos por características que
siempre distinguen la prosa de Bermúdez, como la orfebrería verbal, el
medio tono que no quiere ser nunca solemne, la presencia del lenguaje
como un personaje más y un medio de hacer avanzar la narración...
Pero también hay novedades en estos breves textos: la aparición de lo
fantástico en varios grados y casos (p.e. Masilla, Loredo...), y lo que
parece ser presencia de autoficción en otros (Astillas, Acepta mi odio,
La heladería fría...). Seguramente sea la gratitud, expresada en
homenajes a amistades o personajes del mundo literario, una clave
agradable de este libro, en momentos tan da- dos al adanismo y la
ausencia de referentes. Desde el epígrafe de su admirado Nabokov a las
dedicatorias con nombre y apellidos se plantea un recorrido de
admiración al pasado desde la independencia del presente. Y el título,
claro, que se refiere a uno de los intereses permanentes del autor: la
gestión de calidad, pero sobre todo a la contemplación de la vida como
sucesión de pérdidas, que configuran una visión sentimental a la par que
sin concesiones de la literatura y de la existencia.
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