En la mañana de hoy miércoles, SuperLectorAlfa "viaja" a Gavá para mantener una agradable conversación con el autor de la novela "Por hacer a tu muerte compañía" (Ed. Círculo Rojo). Hoy tenemos el placer de hablar con Albert Villanueva.
Albert nació en Gavá cuando Gavá era un pueblo (más adelante nos narrará la evolución de Gavá hasta nuestros días). Es profesor de Secundaria y lector compulsivo. Como nos dirá a lo largo y ancho de la entrevista, Albert mantiene que debemos tener dos vidas: una de ellas destinada solamente para leer o releer. Estudió en la Universidad de Barcelona y "Por hacer a tu muerte compañía" es su primera novela. En 2017 escribió un ensayo titulado "Yo no quiero ir a esta escuela".
Y después de esta introducción ha llegado el momento esperado. Ha llegado el momento de que Albert ponga voz a las respuestas a cada una de las cuestiones formuladas por SuperLectorAlfa. Comenzamos en 3,2,1,...
- Eres de Gavá. ¿Cómo era el
Gavá de tu infancia? ¿Ha cambiado mucho Gavá?
Gavà, hace cincuenta años, era
un pueblo que empezaba a ser ciudad… Eran los años sesenta y todos los pueblos
de alrededor de Barcelona crecían con la inmigración.
Yo nací en un barrio de las
afueras de Gavà, un barrio que crecía con casas levantadas a base de horas
extras y de muchas estrecheces. Unas casas por cuyas ventanas escapa el olor a
cocido mezclado con las canciones de Juanito Valderrama y Manolo Escobar… Un
barrio de calles sin asfaltar, sin coches y repletas de chiquillos que hacían
de aquellos terrenos su lugar de juegos, de experiencias, de vida. Un barrio
donde los vecinos se conocían y se ayudaban, donde los niños jugaban todo el
día hasta que una madre, la de cualquiera, salía a la ventana y nos llamaba a
comer…El barrio de una época en la que Netflix era sacar una silla a la calle a
tomar el fresco…
Ahora Gavà es una ciudad con
las comodidades y desventajas de cualquier otra… Yo sigo viviendo en el mismo
barrio, pero en estas calles ya no hay niños jugando, el terreno está dominado
por los automóviles, las ventanas y las puertas están cerradas y los vecinos
son unos desconocidos…
- ¿Has sentido siempre esa
simpatía que se le tiene a las letras y al mundo literario o has tenido épocas
en las que estabas lejos de las letras?
Siempre he sido “de letras”.
Desde los inicios del BUP me atrajo el estudio de la Literatura… Recuerdo que
mis madre debió pensar que era un bicho raro cuando un aniversario le pedí que
me comprara un libro que había visto en un escaparate y que se titulaba
“Historia de la Literatura”.
A partir de entonces me
convertí en lector compulsivo. Y empecé a escribir algunos textos que guardaba
sólo para mí. En 3º de BUP gané el premio de redacción del Instituto, pero,
sobre todo, seguí leyendo.
- ¿Hay algún libro que te ha
marcado en tu trayectoria?
Recuerdo el libro que
realmente me enganchó a la lectura. Supongo que había leído otros anteriormente,
pero fue “Diez negritos”, de Agatha Christie, el que realmente me hizo
comprender la magia que podía esconderse entre las páginas de un libro. Aquél
consiguió que, por primera vez, no saliera la tarde de un sábado a jugar a la
calle… Aquella tarde me quedé encerrado en la habitación leyendo y, a partir de
entonces, vendrían muchas tardes más…
Desde aquel día he leído
muchísimo y de géneros muy diversos. Muchos autores me han marcado como lector.
Me parece pretencioso decir que alguno de ellos me ha marcado como escritor…
Imagino que cada uno de ellos me ha ido dejando un poso que, inconscientemente,
debe aparecer en mi prosa.
- ¿Quién o quiénes son tus
referentes literarios?
Francisco González Ledesma, referente de Albert. |
La lista sería interminable…
Entre mis preferidos estarían, seguro, Eduardo Mendoza, Manuel Vázquez
Montalbán, Andreu Martín y Henning Mankell. Pero no podría olvidarme de Juan
Madrid, Lorenzo Silva, Alicia Giménez Bartlett y Vicente Álvarez.
Pero por encima de todos está
Francisco González Ledesma. Para mí, el escritor español más grande de la
segunda mitad del siglo XX. Autor poco conocido, como pasa muchas veces, en
nuestro país, pero que en Francia era toda una institución. El autor que todo
el mundo debería leer alguna vez…
- En la solapa de tu novela
“Por hacer a tu muerte compañía” viene mencionado que mantienes que cada
persona debe tener dos vidas, de las que una se debería dedicar a leer, ¿por
qué crees que cada persona debería tener dos vidas y utilizar una de ellas para
leer?
Deberíamos tener una vida para
leer… y para releer, pues hay autores que merecen ser releídos cada cierto
tiempo… Eso me pasa a mí con Ledesma… Cada relectura es un disfrute mayor, un
nuevo descubrimiento.
La vida nos ofrece innumerables
maravillas y alicientes, pero para mí no hay ninguno mejor que meterse en la
piel de unos personajes que me hacen vivir otras vidas, otras historias, otras
vivencias…
En esta época en que estamos
abducidos por las series de televisión, yo defiendo la función de los libros.
En esta época audiovisual, yo abogo por los libros. En esta época donde priva
la inmediatez, yo estoy de parte de la relajación que me ofrece una novela.
- En 2017 publicaste un
ensayo llamado “Yo no quiero ir a esta escuela” en el que reflexionas sobre el
sistema educativo actual. Ahora yo te pregunto: desde tu punto de vista, ¿cómo
es el sistema educativo actual? ¿Qué se podría hacer para tener un sistema
educativo mejor?
La escuela actual se parece
mucho a la escuela en la que estudié yo. ¡Y han pasado casi cuarenta años desde
que salí del Instituto! Y lo más grave es que ni la sociedad es la misma ni los
niños son iguales que entonces…
La escuela actual, en muchos
casos, no da respuesta a las necesidades de los alumnos… La escuela debería
preparar a los alumnos para poder enfrentarse a los retos del siglo XXI. Y esos
retos son muy diferentes a los que teníamos nosotros cuando éramos críos.
En la escuela actual, el profesor
debería dar un paso al lado y dar todo el protagonismo al alumno. Es el alumno
el verdadero protagonista. El profesor debe ser un guía, una ayuda… No el ser
que todo lo sabe…
Yo, que creo mucho en las
palabras, considero que la escuela debería cambiar la definición con la que
aparece en el diccionario: centro de enseñanza. ¡No! La escuela no debe ser un
centro de enseñanza, sino un centro de aprendizaje… Sólo con el cambio de esa
palabra, cambia todo. Si es un centro de enseñanza, el protagonista es el
profesor. En un centro de aprendizaje, el alumno pasa a estar en el foco y a
ser el eje sobre el que gira todo.
- Volviendo a la novela “Por
hacer a tu muerte compañía”, se ve que la música está muy unida a tu vida. ¿Con
qué tipo de música disfrutas más?
La música llegó a mí durante
mi adolescencia. Debía tener catorce o quince años cuando descubrí el rock…
¡Hasta entonces, sólo escuchaba a Nino Bravo! Pero durante un verano conocí a
unos cuantos grupos que cambiaron mi existencia. Siempre digo que en aquel
momento me hice mayor…
El rock de los setenta, la
época dorada de la historia de la música, es la banda sonora de mi vida… Neil
Young, Lou Reed, Pink Floyd, Yes, Dylan, Clapton… Tantos y tantos grupos con
los que relaciono episodios y momentos de mi vida… Pero por encima de todos
ellos: Jethro Tull, la banda que ha puesto música a mi vida desde los quince
años… Y que la sigue poniendo, ya que soy el presidente del club de fans
español…
- El título “Por hacer a tu
muerte compañía”, ¿era el que tenías en mente desde un principio o le tuviste
que cambiar el nombre en alguna ocasión?
La novela nació con un título
provisional que no me gustaba… Pero no soportaba abrir el Word y que
aparecieran ya las primeras líneas de la novela… Así que decidí ponerle al
documento una página a modo de portada con un título en el centro. Pero ese
título no me convencía.
Una vez acabada la escritura y
después de meses de corrección, junto con mi esposa Núria comenzamos la
búsqueda del título definitivo. Hicimos una lista, poníamos uno y lo dejábamos
reposar durante una semana. Pero ese tampoco nos convencía y probábamos con
otro… ¡Pero no había manera!
La novela estaba a punto de
ser enviada a impresión cuando recordé un poema de mi poeta de cabecera: Miguel
Hernández. Fue entonces cuando me salvó la Elegía que Hernández escribió cuando
se enteró de la muerte de Lorca. En aquel poema aparecen esos versos de “por
hacer a tu muerte compañía”. Y entonces vi claro que ese era el título que
estaba buscando, pues la protagonista de mi novela se da cuenta de que ella ha
vuelto a su ciudad para hacer compañía a la muerte de su abuelo.
A partir de ese momento, y a
contrarreloj, tuve que hacer algunos pequeños cambios en el texto para que
quedara claro y justificado el uso de ese título… Pero después de semanas de
angustia buscando el título, me llenaba de satisfacción cerrar el círculo con
uno de los autores de mi vida.
- En la novela nos
encontramos con la protagonista, Julia Rovira de nombre. ¿Qué destacarías de
ella? ¿Y de Martí Rovira, el abuelo de Julia que también tiene un peso muy
importante en la novela?
Julia y Martí, nieta y abuelo,
personajes que se complementan y se retroalimentan…
Julia vuelve a Gavà veinte
años después, arrastrando una existencia de desaciertos y con muchos agujeros
en su alma. 45 años y se siente incompleta, vacía, insatisfecha. La vuelta a
sus orígenes, a su pasado, a sus recuerdos, es la última oportunidad que se da
a sí misma.
Martí, un joven de los
convulsos años veinte, un anarquista con convicciones e ideales que, a veces
por principios y a veces por necesidad, deberá tomar decisiones duras.
En la novela quería mostrar
cómo la investigación que llevará a cabo Julia y que le hará descubrir un
abuelo muy diferente al que le habían explicado, le ayudará a reconstruirse.
Mientras asistimos al hundimiento ético y moral de Martí, descubrimos cómo
Julia renace. Como si de dos vasos comunicantes se tratara, Julia se alimenta
del pasado de su abuelo para, al final de la novela, sentir que ha rellenado
todos sus vacíos y por fin es la mujer completa que anhelaba.
- En la novela, tratas de
relatar la historia de Gavá en tres épocas distintas. La primera de ellas,
retratas al Gavá de los años veinte y treinta; la segunda, la Barcelona de los
movimientos anarquistas; y una tercera época que es la de tu infancia y
juventud. ¿Cómo era la vida de la gente que vivía en el Gavá de los años veinte
y treinta?
Gavà en aquellos años era un
pueblecito pequeño y pobre. A penas dos mil habitantes dedicados a la agricultura
y cargados de penurias. Pero en esa época llega al pueblo Artur Costa, un
potentado barcelonés que construye su casa de veraneo.
Costa construirá el American
Lake, lo que él quería convertir en el Montecarlo catalán. Un parque lúdico de
35.000 m2 con hotel, casino, restaurantes, un lago con barcas y una
isla con avestruces en el centro, un bosque surcado por arroyos, un tren que recorría
todo el perímetro… Una cosa impensable en aquella época y más en un pueblo como
Gavà…
También es la época en que se
establecen en el pueblo las primeras indústias, entre las que destacará la
fábrica Roca de sanitarios.
Todo ese pasado, toda esa
época, quería que tuviera un peso importante en la novela.
- “Por hacer a tu muerte
compañía” es una novela en la que el pasado y los recuerdos cobran gran
importancia. ¿Crees que es bueno “viajar”, en cierta medida, al pasado?
Considero que no es que sea
bueno “viajar” al pasado, sino que es algo totalmente necesario. Tal como dice
Raimon en una de sus imperecederas canciones: “quien pierde los orígenes,
pierde la identidad”.
Nuestros recuerdos y nuestros
pasados son eso, nuestros… Forman parte de nosotros y nos ayudan a conformar
nuestro ser. Por eso creo que es importante volver a ellos de tanto en tanto.
No para ser críticos con el pasado, sino para aprender de él… Como dice el
padre de Julia al final de la novela: «Con sus sombras y sus luces, el abuelo
fue producto de un tiempo y de unas circunstancias...y nosotros no seríamos
justos si lo valorásemos desde nuestro cómodo presente.»
- ¿Qué buscas en los
lectores con “Por hacer a tu muerte compañía”?
La época de la Barcelona
anarquista de los años veinte y treinta me parece fascinante. Una época donde
obreros jovencísimos se jugaron la libertad y en muchos caos la vida para
conseguir mejoras laborales de las que nos hemos beneficiado nosotros. Muchos
deben pensar que las ciertos derechos ya venían de serie… Pero no, se
consiguieron con huelgas y manifestaciones que fueron brutalmente combatidas
por el gobierno en connivencia con la patronal.
Barcelona era conocida en
aquella época como la “Rosa de fuego” y sus calles quedaron teñidas con la
sangre de casi mil asesinados por los pistoleros del Sindicato Libre. Se
realizó un verdadero terrorismo de estado…
Y esa época es muy desconocida
para buena parte de la sociedad. Después llegó la Guerra Civil y se lo comió
todo… Por eso he querido con mi novela recordar una época tan importante y tan
ignorada.
- ¿Tienes algún proyecto
literario nuevo en mente?
Tengo en mente y he comenzado
a trabajar en tres novelas negras protagonizadas por unos Mossos d’Esquadra y
que continuarán teniendo Gavà como territorio reconocible.
Pero de todas maneras, no me
gusta etiquetar las obras… Vivimos obsesionados por poner etiquetas a todo…
“Por hacer a tu muerte compañía” supongo que se considera una novela histórica
porque está centrada en una época concreta de nuestra historia. Pero en el fondo,
desde los griegos, desde Shakespeare, todas las historias hablan de lo mismo:
de los grandes sentimientos humanos. Mi obra habla de amor, de envidia, de
odio… Y mis nuevas novelas seguirán hablando de eso.
- A la hora de escribir,
¿tienes alguna maní o ritual previo?
No hay ritual que valga… Lo
único válido es trabajar y ponerle ganas… Hay días más provechosos que otros,
pero para escribir hay que ser tenaz y constante. Como dijo aquél: «Que las
musas te pillen trabajando.»
Eso sí, para una novela como
“Por hacer a tu muerte compañía” es muy importante la documentación histórica…
Y a eso dediqué unos cuantos meses… Meses que me hicieron disfrutar muchísimo.
- Como lector, ¿lees de todo
o lees obras literarias de algún género literario en concreto?
Desde hace más de veinticinco
años soy principalmente lector de novela negra. No me cierro a ningún género y
a lo largo del año leo muchos libros que se escapan de ese género. Pero el
negro es el género que más me hace disfrutar y el que considero más relevante,
pues en el fondo es como la novela social de los años cincuenta… Es la
literatura que critica a la sociedad… Lo de menos es el crimen o la
investigación. Eso queda para la novela policiaca o detectivesca.
Antes de los veintiocho años
leí a los clásicos… Incluso durante la época de la mili me leí buena parte de
la literatura sudamericana, cosa que ahora me costaría muchísimo.
- ¿Qué consejo le darías a
aquellas que quieren empezar a escribir sus primeros libros pero que, por
diversos motivos, no terminan de dar el paso?
Creo que en esta vida, y sobre
todo cuando se tiene ya una determinada edad, hay que hacer cosas que te
ofrezcan satisfacción personal. Eso es lo que me da a mí escribir. Lo demás…
Yo sólo soy un lector que a
veces escribe… No soy nadie para dar consejos… Pero sí estoy convencido que la
felicidad únicamente se consigue poniendo pasión en todo lo que haces. Y eso es
lo que yo intento. También cuando me planto ante un folio en blanco.
- Para finalizar la
entrevista, la gente que no haya leído y
que quiera adquirir algún ejemplar de “Por hacer a tu muerte compañía”, ¿de qué
modo lo puede hacer?
La novela salió al mercado a
finales del año pasado. Se puede pedir en cualquier librería, que son los
reductos que luchan contra la globalización y que debemos cuidar… Aunque, evidentemente,
también se puede encontrar en cualquiera de las plataformas habituales.
También se puede
solicitar en mi web (www.albertvillanueva.es), donde también se encontrará
información complementaria de la novela: fotografías, datos biográficos de los
personajes históricos que aparecen, acceso a la banda sonora, etc.
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