viernes, 19 de junio de 2020

FRANCISCO NARLA: "HE SIDO UN LECTOR EMPEDERNIDO TODA MI VIDA"


Muy buenos días lectores de SuperLectorAlfa. Hoy tenemos en el blog un nuevo invitado con el que vamos a repasar todas sus novelas. 
En el día de hoy visita el blog Francisco Narla, autor de novelas como "Laín, el bastardo" (I Premio Edhasa de Narrativas Históricas) o "Fierro" (XX Premio de Novela Histórica de la Semana de la Novela Histórica de Cartagena).
Francisco nació en la localidad gallega de Lugo. Aparte de escritor, nuestro invitado de hoy también es comandante de línea aérea. 
Entre lo que ha escrito se destaca la novela, relatos, poesía, ensayos y varios artículos. Entre sus aficiones destaca la cocina, la pesca, los bonsáis y la moda; y, al mismo tiempo, está comprometido con la supervivencia de la cultura y para tal fin ha participado en varios proyectos como "Lendaria" para recuperar, proteger y divulgar la tradición mágica de Galicia.
Entrando un poco más en sus novelas, decir que ha escrito "Los lobos del centeno" (2009 y reeditada en 2019), "Caja negra" (2010 y reeditada en 2015), "Assur" (2012), "Ronin" (2013), "Donde aúllan las colinas" (2016), "Laín, el bastardo" (2018) y "Fierro" (2019). De todas ellas hablaremos un poco a lo largo y ancho de la entrevista de hoy con Francisco Narla.

Después de esta introducción y sin más preámbulos comenzamos la entrevista en 3,2,1,....



- ¿Qué es la literatura para ti?

Un puntal en mi vida, primero como lector y ahora, a ambos lados de la página, como lector y como escritor. No concibo mi vida sin ambos roles.


- Tu pasión por la literatura, ¿de donde viene? ¿De pequeño o la descubriste más tarde?

He sido un lector empedernido toda mi vida. Fui un niño bastante solitario y los libros se convirtieron en mis mejores amigos. Ya entonces empecé a garabatear historias en pequeños cuadernos.


Antoine de Saint-Exupéry, autor de "El Principito"
- Eres escritor y comandante de línea aérea. Ahora te pregunto lo siguiente: ¿te consideras un escritor metido a comandante de línea aérea o un comandante de línea aérea metido a escritor?

Me considero un soñador y ambas dos vocaciones tienen el mismo origen, todo es culpa de Antoine de Saint-Exupéry. Fueron sus historias las que me hicieron soñar con convertirme en piloto y con convertirme en escritor.


- ¿Quién o quiénes son tus referentes literarios?

Todos. Como lector, antes de convertirme en escritor, tenía ciertas tendencias, pero como novelista he aprendido a admirar incluso aquello que no me gustaba como lector. De todos se aprende, a veces lo bueno y a veces lo malo. Aunque he de confesar que prefiero las novelas cuya intención es entretener sin más. Creo que la buena literatura, antes que ninguna otra cosa, debe contar una buena historia, luego viene lo demás.
Y como me dirás que es una respuesta muy vaga, te diré que ahora, con cuarenta años, estoy aprendiendo a apreciar los clásicos que se me atragantaron cuando era más joven.


- En 2009 salió tu primera novela “Los lobos del centeno”. ¿Cómo surgió la idea fundamental de la novela?

Morriña. Vivía en Estados Unidos y llevaba meses en el desierto del Mojave en un curso en la National Test Pilot School, echaba de menos mi tierra y sus verdes, y empecé a tejer una historia costumbrista en la que hacía aflorar todos los cuentos que había oído de niño al amor de la lumbre.


- El título, ¿era el que tenías pensado desde un principio o le tuviste que cambiar el nombre en alguna ocasión?

En ese caso, y no es lo habitual, lo cambié hacia el final, cuando descubrí la canción del folclore alemán que usa ese verso. En principio la novela se llamaba Tierra de leyenda, pero al leer la estrofa de ese canto tradicional supe que tenía que utilizar la expresión.


- Esta novela está llena de leyendas. ¿Por qué las leyendas permanecen a lo largo del tiempo? Tenemos leyendas de tiempos pasados de hace muchísimo tiempo.

Supongo que no soy el más indicado para responder a eso, pero pienso que nos gusta ese dejo misterioso e inexplicable que rodea al germen de realidad de las leyendas, que nos gusta el poso de lo intangible y lo preternatural.


- El protagonista de la novela debe luchar con los fantasmas del pasado. Esto me lleva a preguntarte ¿por qué, en ocasiones, parece que el pasado vuelve a nuestro presente para hacernos tambalear?

Porque es propio de la naturaleza humana, somos una parte de los que fuimos. Nuestro pasado nos define, para bien o para mal y es natural emplearlo como elemento típico de conflicto argumental, porque no deja de ser un reflejo de lo que sucede en la vida real.


- Pasamos ahora a “Caja negra”. ¿Qué buscas en el lector con esta novela?

Que pase miedo. Simple y llanamente.
En la novela yo quería encerrar en papel la peor pesadilla imaginable a bordo de un avión. Lo que jamás imaginé fue que cuanto había pergeñado se convertiría en realidad en el terrible accidente de German Wings.


- En esta novela nos topamos con Thomas Rye y con Sinesio Amorós. ¿Qué destacarías de ambos personajes?

En el primero la suficiencia irredenta. En el segundo la falta de confianza. Fueron construidos para complementarse, para formar un todo con sentido.


- ¿Por qué las famosas cajas negras de los aviones son tan importantes?

Gracias a ellas la industria se ha vuelto más segura, los datos que almacenan ayudan a comprender las tragedias acaecidas. Se han vuelto en un instrumento indispensable en el análisis de los accidentes aéreos y, gracias a ellas, se han corregido procedimientos, técnicas y diseños.


- Prosigamos ahora con “Assur”, que si no me equivoco salió en 2012. ¿Cómo fue el periodo de documentación para esta novela?

Fue mi primera novela histórica así que la inexperiencia en esas lides me obligó a trabajar muy duro. La verdad es que fue un proceso largo y tedioso, pero me brindó contactos maravillosos con profesionales de lugares tan lejanos como Bergen.
Hoy en día resulta mucho más fácil.


- ¿Qué destacarías de Assur?

Positivamente, que sigue vendiendo pese a los años, parece que se pega al corazón de la gente y eso es maravilloso.
Negativamente, pues que vista ahora, varias novelas después, creo que podía haber hecho un mejor trabajo.


- Hablas de los vikingos en esta novela, esto me lleva a preguntarte ¿quiénes eran los vikingos y en qué parte se asentaban? ¿Eran tan temidos como se ve en algunas películas?

Para eso sería mejor preguntarle a un historiador y no a un cuentista como yo, en todo caso es una nomenclatura que engloba a distintos pueblos de origen nórdico que desde los siglos octavo al decimoprimero tuvieron relevancia en el entorno europeo principalmente por sus habilidades como marinos. Solían realizar razias de saqueo en costas a su alcance y sin duda fueron un pueblo atrevido e indómito que dejó huella desde la actual Estambul a la actual Terranova.
Y sí, fueron temidos, mucho. Pero también incomprendidos porque ese rasgo violento de sus costumbres eclipsó muchos otros aspectos muy interesantes de su cultura que yo intenté reflejar en la novela.


- Llegamos al 2013 con “Ronin”. ¿Cómo surge esta novela?

Contemplando un bonsái, un bosque de pinos en el estilo que los japoneses denominan fukinagashi, que se podría traducir como azotado por el viento; me imaginé la historia de un samurái que se viese obligado a actuar como ronin sin serlo en realidad. Es decir, el conflicto era el de un samurái teniendo que vivir la mayor deshonra posible, pero sólo en apariencia.


- En esta novela nos presentas a los samuráis. ¿Llegaron a las costas españolas?

Sí, hay registros y pruebas más que abundantes de que la llamada Embajada Keicho visitó la corte de Felipe II. Más aún, también estuvieron en el Vaticano. Además, algunos componentes de dicha expedición se quedaron a vivir en España y son el origen del apellido Japón, tan habitual en la provincia de Sevilla.


- Desde tu punto de vista, ¿qué grupo era el más temible o guerrillero: los vikingos o los samuráis?

No se pueden comparar, median siglos entre ellos y sus culturas son completamente diferentes. En cualquier caso a mí no me gustaría tener que enfrentarme a ninguno de ellos.


- Seguimos avanzando. Llegamos a 2016, año en el que salió tu novela “Donde aúllan las colinas”. En la novela nos invitas a visitar Hispania en la época romana. En aquella época, ¿por qué reinaba la traición y la venganza entre las gentes?

No sé la respuesta a esa pregunta, sólo puedo decir que sigue siendo así, y ahí radica la moraleja de la propia novela, el hombre es lobo para el hombre.


- De Julio César, ¿qué destacarías?

Su egocentrismo desmedido y su inagotable confianza. Baste recordar aquella anécdota; exigió a los piratas que lo habían secuestrado que aumentasen el precio de su rescate.


- Y llegamos a “Laín. El bastardo”, novela con la que ganaste el I Premio Narrativas Históricas de Edhasa. ¿Cómo se empieza a gestar esta novela que tantos éxitos te trajo?

Cuando descubrí que uno de los trovadores más conocidos de la historia, Martín Códax, no tenía biografía. Supe casi de inmediato que quería inventarla y que la solución debía ser encontrar la historia que el trovador hubiese deseado contar.


- ¿Qué destacarías del protagonista, de Laín?

Su arco de transformación en la historia, como pasa de un muchacho bien intencionado a convertirse en un canalla que busca desesperadamente el modo para dejar de serlo.


- ¿Cuánto tiempo te llevó a escribir esta novela?

Algo más de dos años, incluyendo la documentación.


- Y llegamos ahora a “Fierro”, novela que te llevó a ganar el Premio de la XX Semana de la Novela Histórica de Cartagena. ¿Con qué se puede encontrar el lector en “Fierro”?

Ante todo, espero que con una buena historia… Yo lo hice lo mejor que supe.
En la línea de mis últimas novelas, Fierro es una novela de aventuras con trasfondo histórico, a caballo entre el siglo XII y el XIII, en la que se cuenta la redención de un hombre marcado por la más terrible de las derrotas cristianas en esa tan discutida Reconquista, la masacre de Alarcos.


- Dices que “en la frontera no hay más ley que el hierro”. ¿Por qué?

Porque es cierto. Al menos así lo parece según las crónicas. Las sucesivas fronteras que, de norte a sur, se fueron creando entre los territorios bajo dominio cristiano y dominio moro la vida era difícil. Y probablemente la más dura de todas ellas fue la que supuso el río Guadiana, el escenario de la novela. En aquella frontera se refugiaban los desechos de ambos bandos, los parias de esa guerra interminable, acosados por bandoleros, cuatreros y los inevitables mosquitos, portadores de paludismo. No sin razón, algunos historiadores han calificado el lugar como un remedo de el viejo oeste americano.


- Antes decía que con “Fierro” ganaste el Premio de la XX Semana de la Novela Histórica de Cartagena. Antes del día en el que viniste a Cartagena a recoger el galardón y a charlar con los lectores en la Librería Santos Ochoa de Cartagena, lugar en el que nos vimos cara a cara y en donde me firmaste un ejemplar de “Laín. El bastardo”, ¿habías estado con anterioridad en la ciudad?

Sí, había sido invitado a la Semana como ponente el año anterior, precisamente para hablar sobre “Laín, el bastardo”.


- Desde tu punto de vista, ¿qué supone para una ciudad contar entre sus actividades culturales una semana dedicada a la novela histórica como es el caso de Cartagena?

Creo sinceramente que es el tipo de actividades que dan valor al panorama cultural de cualquier ciudad y, además, creo que su Junta Directiva hace un extraordinario trabajo promocionando la ciudad así como la novela histórica.


- ¿De qué estado de salud goza actualmente la novela histórica?

Creo que la novela histórica ha quedado un poco relegada por la pujanza de la novela negra en los últimos años. Pero sigue teniendo cierta preponderancia en las librerías y estoy seguro de que es un género que, con altibajos, disfrutará de relevancia durante muchos años.


- De todas las novelas que has escrito, ¿con cuál te sentaste más cómodo escribiéndola y cuál te supuso un mayor esfuerzo?

No creo que se pueda plantear de ese modo, Al menos en mi caso. En todas ellas hubo momentos de sufrimiento y de gozo. Escribir una novela es un proceso muy largo en el que hay tiempo para pasar por múltiples estados de ánimo y muy diferentes etapas.


- ¿Qué parte, a la hora de escribir una novela histórica, te gusta más: la documentación o la escritura propiamente dicha?

La escritura, sin duda, la documentación es sólo una herramienta. No soy historiador, soy novelista; es natural que disfrute más creando que buceando en los recovecos de la documentación.


- Para terminar la entrevista, la gente que la haya leído y que quiera algún ejemplar de alguna de tus novelas, ¿de qué modo lo pueden hacer?

Afortunadamente todas mis novelas se siguen editando y están disponibles en cualquier librería o plataforma de venta online. Si les interesa no tienen más que darme un voto de confianza y hacerse con una.

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