- Esta pregunta siempre se la
formulo a cada autor a quien entrevisto para el blog. ¿Qué es la literatura
para ti?
La literatura es el único
lugar de toda nuestra existencia donde todo es posible. Esta máxima es
igualmente trasladable a la lectura como a la escritura. Nunca sabemos que
mundos, personajes o ideas nos encontraremos al leer un nuevo libro. Y tampoco
sabemos a ciencia cierta los que nosotros mismos seremos capaces de crear. La
literatura abarca todas las emociones y todos los talentos, el pasado y el
futuro, lo seguro y lo imposible. Para mí la literatura es esa puerta tras los
abrigos en el fondo del armario.
- ¿Has sentido desde siempre
esa simpatía que se le tiene a las letras?
En absoluto. Yo odiaba la
clase de lengua y por ende lo que entonces nos obligaban a leer. Siempre he
sido más de ciencias y siento que tengo algunas carencias relacionadas con lo
que debería haber aprendido en aquellos años de primera juventud, pero los
buenos libros me fueron llevando poco a poco al redil. La escritura, sin
embargo, creo que me ha acompañado de una forma más cómplice desde pequeño, probablemente
era una necesidad de dar orden a mis pensamientos.
- ¿En qué momento dijiste de
empezar a escribir para que la gente te pudiera leer? ¿Pensabas desde el
principio publicar o escribías para tu entorno más cercano?
Si no cuento las canciones que
escribía ya desde bastante joven, creo que no me decidí a enseñar nada hasta
terminar mi primera novela. He de admitir, sin sombra de rubor que, desde los
primeros capítulos de esa obra, ya estaba decidido a mostrar, publicar y si
fuese posible dedicarme de forma exclusiva a la escritura. Nunca había
afrontado una historia larga y compleja, y pensaba como cualquiera cuando
empieza, que quizás no lo llegaría a conseguir. Pronto descubrí que aquello me
encantaba, que las horas transcurrían fugaces mientras escribía y que me sentía
como suponía que lo hacían los escritores.
Por supuesto solo el entorno
más cercano es el que comenzó a leer mis novelas; «lo cierto es que ahora
tampoco las lee mucha más gente», pero como le gusta decir a mi editora, esto
es una carrera de fondo y a mí me encanta correr.
- ¿Hay algún libro que te haya
marcado a lo largo de tu trayectoria?
Yo creo que hay muchos libros
que han tenido gran influencia en mi vida, me gustaría tener más memoria para
recordar cada giro en el camino, pero no puedo decir que ninguno me haya
marcado de forma única. Quizás “El lobo estepario” es una de las últimas que me
dejaron huella. Si recuerdo que cuando leí Juan salvador Gaviota estaba en una
época difícil y extraje de aquella novela algo que me ayudó a superar mi
situación. La he leído en otras ocasiones y no ha tenido el mismo resultado.
Supongo que la impresión que deja un libro en nosotros es fruto de la
interacción entre lectura y lector.
- ¿Quién o quiénes son tus
referentes literarios?
Mis referentes han ido
cambiando con los años. De joven leía mucha filosofía europea y sentía que
aquella forma enrevesada de expresar las cosas era de lo más inteligente e
intentaba imitarla. Después descubrí a Saramago, a Cortázar, a Borges… y vi que
se podían decir cosas igualmente profundas desde la sencillez, sencillez de
palabra entiéndase. Luego he pasado los años saltando de admiración en
admiración con otros autores a los intento robar su esencia y hacerla mía, pero
lo cierto es que mi pretensión no es escribir como ninguno de ellos. Creo que
lo único que hace diferente a un escritor es ser fiel a sus propias
diferencias.
- Hablemos de “El demonio de
Laplace”. ¿Cómo surge la novela?
Como todas las novelas que he
escrito hasta ahora, lo primero siempre es la idea desnuda. El determinismo. En
aquellos años estaba estudiando psicología y al abordar el funcionamiento de
nuestro cerebro a nivel electroquímico, quedé prendado por lo que a todas luces
parecía un funcionamiento totalmente ajeno a la voluntad. Esta parecía ser solo
un subproducto de la propia mecánica de la complejidad sináptica. Comencé a
leer sobre el libre albedrío, sobre el determinismo en la física y descubrí a
Pierre Simón Laplace, un matemático y astrónomo francés que fue el primero en
trabajar con un demonio; un ser hipotético con el que teorizar, que a mi forma
de ver representaba la idea principal que yo quería expresar y me permitía
jugar de una forma intencionadamente confusa con la idea del mal que, como no
puede ser de otra forma, queda inhabilitada por el determinismo. El resto ya
solo trataba de encontrar el entorno y los personajes, el tono y el acierto con
todo ese atrezo que envolvería la idea.
- El título, ¿era el que
tenías en mente desde el principio o le tuviste que cambiar el nombre en alguna
ocasión?
No. Si mal no recuerdo,
mientras me documentaba ya había comenzado a escribir algo sobre la banda de
rock y se me ocurrieron algunos nombres pegadizos para esta, que pretendía
hacer extensibles a la novela, pero cuando encontré el paradójico Demonio de
Laplace no lo dudé ni un instante.
- En esas novelas en las que
parece que hay varias historias que no tienen nada que ver entre sí, como es el
caso de “El demonio de Laplace”, ¿es fácil hacer la unión de estas historias o
es un tanto complicado hacer esa conexión para que, al final, las subtramas
tengan sentido?
Yo creo que para el escritor
es más sencillo si lo tiene todo bien organizado antes de comenzar a escribir.
No obstante, aunque tengas muy claras de forma independiente las distintas
historias que componen la trama, si no son paralelas en el tiempo, como es el
caso de esta novela, hay que ser muy cuidadoso en cómo y cuándo saltar de una a
la otra para que el lector no se pierda. Es en mi opinión un trabajo sobre todo
de reescritura y de no conformarte hasta que el resultado es el que deseas.
- En septiembre del año 2020,
año que siempre será recordado por la irrupción con fuerza del coronavirus,
conseguiste hacerte con el II Premio Icue Negro del festival literario
Cartagena Negra y recientemente has sido nominado para el premio que otorga Morella
Negra. ¿Cómo fue la sensación a la hora de ganar el premio?
La sensación te retrotrae a la
infancia. A ese tipo de ilusiones que te hacían dar saltos de alegría pero que,
dada tu edad, debes contener con indolente elegancia y dar los saltos cuando nadie
te ve. Ese es el primer impulso. Luego llega una satisfacción algo más madura,
donde sientes que lo que a ti te parece bien escrito, también se lo parece a
otros que entienden y eso refuerza tus ganas de continuar y un poquito tu ego.
Después llega el premio verdadero, que es conocer a todas esas personas
interesantes que encuentras en estos eventos, esos nuevos amigos que enriquecen
tu vida.
- ¿Pensabas o te podías
imaginar que “El demonio de Laplace” venía pisando fuerte en los festivales de
novela negra?
Bueno, no sé si tanto como
pisar fuerte, pero desde luego no lo imaginaba, bueno imaginarlo si, porque eso
es sencillo, lo que no hacía era creer que sucedería de verdad. Por supuesto,
pese a toda la alegría inesperada de estos reconocimientos, sigo siendo muy
consciente de mi diminutez, y del largo trecho que me separa del lugar al que
quisiera llegar, pero como me dijo un amigo escritor de mi tierra: es un pasito
en la buena dirección.
- ¿Tienes en mente algún nuevo
proyecto literario a corto, medio o largo plazo?
Si claro, tengo una nueva
novela terminada en manos de mi editora y el primer borrador casi listo de mi
segunda apuesta por el género negro. Tengo otras dos terminadas de otros
estilos que he ido dejando atrás por falta de tiempo pendientes de reescritura
y corrección. Proyectos no me faltan, escribo cuando puedo algunos relatos y
sigo escribiendo las canciones de mi grupo, lo único que me falta es tiempo.
- Durante este tiempo que
estamos viviendo por culpa de la pandemia, ¿qué ha sido lo que más has echado
de menos?
¡Uy! Podría hacer una larga
lista. Estar con la gente que quiero y no haber podido despedirme de mi tío
sería lo más duro y personal. Luego he de reconocer que todas mis demandas son
casi frívolas teniendo en cuenta la cantidad de personas que tienen problemas
verdaderos. Pero contestando a lo que supongo me preguntas, hacer y asistir a
presentaciones como es debido sería lo que más me ha afectado a nivel literario.
También echo en falta los conciertos, las cenas, las marchas, el mar…
- Como lector, ¿qué ha sido de
lo último que has leído?
Mis tres últimas lecturas han
sido: Progenie, una novela detectivesca y trepidante de Susana Martín Gijón, a
la que tuve el gusto de conocer en Cartagena negra. El bosque oscuro, la
segunda parte de una trilogía de alucinante ciencia ficción de Liu Cixin y
ahora estoy terminando el Sueño eterno de Raymond Chandler, que estoy leyendo
con intención de coger el tono adecuado para un relato. Me esperan sobre la
mesilla, 5 Jotas, de Paco Gómez Escribano, al que también tuve el placer de
conocer en el certamen de Cartagena y que, por lo que me han dicho, me va a
hacer pasar un buen rato, y un libro de divulgación en neurociencia, Viaje a tu
cerebro, de Rosa Casafont.
- ¿Eres de libro en papel o en
formato digital?
Soy de todo. Creo que poco a
poco, los que somos lectores de encender un libro con las brasas del anterior,
nos vemos en la obligación de usar también este nuevo formato por su
versatilidad, diccionarios, traductores, luz, coste…, cada formato tiene sus
pros y sus contras, pero sigo prefiriendo leer en papel. Cuando una novela me
parece realmente buena, me ilusiona mucho más poseerla de forma tangible que en
una carpeta de mi portátil. Esto último tiene más que ver con ese hábito
absurdo que tenemos de acumular objetos que, con la lectura en sí, pero que le
vamos a hacer, así es.
- Para terminar la entrevista,
la gente que la haya leído y que quiera algún ejemplar de “El demonio de
Laplace”, ¿de qué modo lo pueden adquirir?
Se puede adquirir directamente
en Ediciones Eunate, o en cualquier otra librería on line. También se le puede decir
al librero de confianza que la pida como cualquier otro libro de los que se
publican en España. Está disponible en formato digital si se desea esta opción.
Yo, desde luego aconsejo el formato papel ya que María Oset, de Ediciones
Eunate, ha hecho un trabajo exquisito y esto se aprecia más en este formato.
Muchas gracias, Jon. Ha sido
un placer tenerte en el blog y desearte lo mejor de cara al futuro y que sigas
enriqueciendo a la literatura actual.
Gracias a ti por dedicarme tu
tiempo.