Aprovechando el día festivo de hoy día 1 de mayo del 2019, tenemos en SuperLectorAlfa una nueva entrevista literaria.
Hoy tenemos la visita del escritor Pedro de Paz. Pedro nació en la ciudad de Madrid y en la actualidad tiene su residencia habitual situada en la localidad madrileña de Móstoles. Aparte de escritor, Pedro también es informático. Entre lo que suele escribir destaca la novela negra y de intriga.
Después de esta breve introducción ha llegado el momento de que Pedro ponga voz a las respuestas de las diversas cuestiones formuladas por SuperLectorAlfa. Comenzamos en 3,2,1,...
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Un escritor, ¿nace o se va haciendo a medida que va pasando el tiempo?
Sin duda alguna se va
haciendo. Uno puede nacer con unas dotes o sentirse predispuesto culturalmente
(por su entorno familiar, social, etc) en sintonía o proximidad con el mundo de
la literatura. Pero un escritor es en grandísima medida el resultado de su esfuerzo
continuado, sus lecturas, sus reflexiones y su trabajo. Y en ese campo de
batalla es donde de verdad un escritor se bate y se curte con el paso del
tiempo.
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¿Has sentido desde siempre esa simpatía hacia las letras?
Siempre, aunque no en todo momento
como escritor. Pero siempre, desde mi infancia, fui un ávido lector y eso ayuda
muchísimo. Horas y horas de biblioteca, de tardes de lectura de libros
juveniles, de entusiasmo por las historias leídas.... Y eso es lo que al final nos
suele empujar a dar el salto.
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Dices que no te consideras o nunca te has sentido como un “escritor de raza”.
¿Por qué?
Porque para sentirse lo que se
considera generalmente como un “escritor de raza” deben darse una serie de
condiciones y cualidades que jamás he creído poseer. El don de las musas y las
artes, emocionalidad innata, sensibilidad extrema, vivir para las letras a modo
casi de sacerdocio… En cualquier caso, tampoco creo demasiado en el concepto “escritor
de raza”. Esa catalogación tiene mucho de camelo y de pose. Prefiero
considerarme “escritor de infantería”. Se acerca más a mi concepto de lo que es
el oficio de escribir.
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¿En qué momento dijiste de empezar a escribir tus propios libros para que la
gente te pudiera leer?
En torno al año 2003, ya con
una cierta edad -nada de arrebatos juveniles- y a raíz de una crisis de fe
profesional. En ese momento de mi vida necesitaba incentivos, la literatura
siempre formo una parte muy importante de mí, pero solo como el ávido lector
que siempre fui y sucedió que quise leer una historia que nadie había escrito.
De ahí el salto.
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¿Ha habido algún libro que te haya marcado?
Muchos. Muchísimos. Como he
mencionado fui un ávido lector desde joven. También sucede que, sin que
necesariamente unas sean más importantes que otras, la impronta que deja un
libro depende mucho de la etapa de tu vida en la que te encuentres. Pero, por
mencionar algunos y casi a título anecdótico, una de las mayores culpas de que
me convirtiese en lector fue de la saga de libros juveniles de “Los tres
investigadores”. Y de que me convirtiese en escritor -o que me impulsó en gran
medida a querer dar el salto-, la saga de “Alatriste” de Pérez-Reverte.
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¿Quién o quiénes son tus referentes literarios?
Stephen King |
Como lector polifacético que soy, depende del
género. Conan Doyle en policiaco. Chandler, Jim Thomson o incluso Mike Spillane
en novela negra o hardboiled. Asimov y Philip K. Dick en ciencia ficción. Crichton
en TechnoThriller, un género que me gusta especialmente. Stephen King en
suspense… La lista es muy numerosa y de todos ellos puedo decir que, además de
disfrutar, he aprendido algo que me ha servido a la hora de escribir. Trucos,
recursos, andamiaje…
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Hasta el momento, ¿cuántos libros has escrito? ¿Tienes alguno en el fondo del
cajón esperando el momento más idóneo para ser publicado?
Hasta el momento tengo el
orgullo -y la suerte, que también ha habido de eso- de poder decir que he podido
publicar todos los textos que he completado. Los cuatro más un poemario que
será publicado a lo largo de este año, en otoño probablemente. Por suerte o
desgracia no soy un escritor con novelas en el cajón. Pero sí es cierto que,
sin terminar, tengo algunas cosillas por ahí. Tres o cuatro novelas que se
quedaron en distintos estados de desarrollo.
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Empecemos por “El hombre que mató a Durruti”. ¿Cómo surgió la idea de este
libro?
Básicamente del reto de
construir un relato -en principio iba a ser un relato- que conjugase dos de mis
aficiones personales: la novela policiaca canónica a la Conan Doyle y la Guerra
Civil Española -uno de los periodos mas fascinantes de la historia de España
desde mi perspectiva de historiador aficionado-. Trataba, por puro
divertimento, de construir un relato-enigma, un puro whodunnit en torno a un
misterio inventado acaecido durante la Guerra Civil cuando de golpe me topé con
un enigma real: la muerte de Buenaventura Durruti. Empecé a escribir, a
construir la trama, a volcar parte del trasfondo de mis lecturas sobre la época
y el asunto y cuando me quise dar cuenta, el andamiaje construido constaba de
120 páginas.
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¿Qué destacarías de Fernández Durán?
Su sagacidad y su capacidad
analítica. Pero el mérito no es solo suyo. Está inspirado en un personaje,
Sherlock Holmes, que ya cuenta con esas cualidades. En realidad, construí medio
personaje. El otro medio me lo encontré ya hecho.
A un reto complicado. Debemos
tener en cuenta el contexto histórico de la novela. Recibir la orden de
investigar una muerte en un entorno como el Madrid sitiado en el que a diario
morían decenas de personas por muy relevante que fuese el personaje es un
regalo envenenado. Pero sus superiores contaban precisamente, además de con su
valía policial, con su abnegación militar. Fernández Durán es un gran
profesional y un hombre de palabra, recto, con valores muy concretos. Y de eso
sus superiores son plenamente conscientes.
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El título “El hombre que mató a Durruti”, ¿era el que tenías en mente desde un
principio o le tuviste que cambiar el nombre alguna vez?
Siempre tuve en mente un
título que jugase con el concepto de evocación cinematográfica. En un principio
el título de trabajo era “Y Manzana cogió su fusil…”. Un compañero de trabajo
que tenía entonces me sugirió lo de “El hombre que mató a Durruti”. Y a mí me
sonó muy bien.
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Antes te preguntaba sobre los aspectos que destacarías del comandante Fernández
Durán. Ahora la pregunta que te hago es: y del teniente Alcázar, ¿qué
destacarías?
Su tenacidad y su capacidad
para buscarse la vida. Aunque, al igual que con Fernández Durán, también me
dieron medio personaje hecho, en este caso era Watson. Pero le añadí algunas
virtudes de mi cosecha. También tiene mucho de Hendley, el personaje de James
Garner en “La gran evasión”.
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Pasamos ahora a hablar de “Muñecas tras el cristal”. ¿Qué se puede encontrar el
lector en esta novela?
En realidad, se va a encontrar
una historia romántica, la historia de un amor no resuelto de juventud que
regresa tras mucho tiempo perdido. Lo que distingue “Muñecas tras el cristal”
de una novela romántica al uso no es el fondo. Son las formas y el contexto. El
mundo de la delincuencia, la pornografía en Internet, la informática, los
servicios de inteligencia y aquellas secciones de las fuerzas de seguridad del
estado que “nunca existieron” … Quizá eso forma parte del éxito de la novela:
que es una historia tan vieja como el propio mundo, que todos comprende y con
la que todos empatizan. El contexto y los detalles tan solo la enriquecen.
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En esta novela hablas de pornografía. Mi pregunta es la siguiente: ¿por qué
existe esta lacra y qué se podría hacer, desde tu punto de vista, para frenar
esta lacra e, incluso, eliminarla de la faz de la sociedad?
Existen pulsiones que son tan
viejas como la propia humanidad. El sexo es una de ellas. Y el sexo en sí no
puede catalogarse como malo. Pero no es menos cierto que las pulsiones sexuales
generan ámbitos que moral y legalmente no siempre son respetables. Abusos,
delitos, amenazas, excesos, desmanes…
Sinceramente: no considero que la pornografía, stricto senso, sea, el
elemento a combatir, la lacra a erradicar, siempre y cuando se produzca en un
contexto de entera libertad en los individuos que la practican. El problema
surge cuando, a su alrededor y durante su práctica, se lesionan otros derechos atentando
contra libertades personales o sexuales.
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¿Cómo es la vida de Jaime Areta?
Anodina. En el más estricto
sentido de la palabra. Por eso practica la afición de coleccionar pornografía.
Para el, más allá de la excitación física que pueda sentir con su práctica,
supone una forma de trasgresión, de asumir que su vida no es triste, gris y aburrida,
sino que es capaz de desenvolverse en un entorno al que suele acceder una élite
y que se sale de lo habitual.
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Ahora es el turno de hablar de “El documento Saldaña”. ¿Con qué se puede
encontrar el lector que prefiera leer “El documento Saldaña”?
El lector se encontrará con mi
tercera novela, creada en un momento muy especial de mi vida tanto personal
como literaria. Es un texto con una trama madurada, meditada y unos personajes
elaborados a partir de unos impulsos muy personales. La mirada de su
protagonista, Miguel Cortés, es mi propia mirada en muchas de sus reflexiones
emocionales y morales. Si a un padre le preguntas cuál de sus hijos es su
favorito siempre responderá que los quiere a todos por igual pero siempre mirará
de soslayo con orgullo y satisfacción a uno de ellos en particular. “El
documento Saldaña” es mi mirada de soslayo.
A partir del impulso de situar
a Madrid en el lugar que merece como escenario del universo de la novela negra.
Madrid nunca ha tenido esa tradición al contrario que Barcelona, que desde hace
años tiene ese hueco ganado desde el Protesis de Andreu Martin a las novelas de
Mendez de Gonzalez Ledesma pasando por el Carvalho de Vazquez Montalban.
Barcelona hacía tiempo que exhibía con orgullo su pedigrí como escenario de
novela negra. Madrid era un poco el patito feo en ese sentido. Y yo, como
madrileño por nacimiento y por devoción, quise otorgarle un poco de la fama que
creo que merece. En “El documento Saldaña”, la ciudad de Madrid termina
abandonando su categoría de escenario para convertirse en personaje. Quien la
ha leído sabe a qué me refiero. Esa novela no podría suceder en ningún otro
sitio.
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Antes de la publicación de “El documento Saldaña” con Planeta, ¿habías pensado
alguna vez si ibas a ser publicado por esta editorial tan famosa?
Lo cierto es que no. Como
jamás imaginé que ganaría dos premios literarios con dos de mis novelas. Cuando
escribo, lo único de trato es de montar la mejor trama posible y contarla de la
mejor manera que pueda. Lo que llega después es la palmada en la espalda que te
da a entender que no lo hiciste mal del todo. O el abucheo que te insinúa que
fallaste en tu cometido. Pero nunca funcioné por apriorismos.
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Pasamos ahora a “La senda trazada”. ¿Cómo surge la idea de “La senda trazada”?
Surge de una de esas noches
pseudofilosóficas en compañía de un par de amigos en las que un par de copas de
alcohol sirven de chispa iniciadora para las teorías mas diversas y peregrinas.
¿Estamos solos en el universo? ¿Hubo una civilización avanzada hace milenios de
la que no ha quedado rastro? ¿Se puede viajar en el tiempo? Creo que todos
hemos vivido alguna noche como esa tumbado en el césped de un parque mirando
las estrellas. En mi caso, la pregunta fue “¿Podemos conocer el futuro? Y de
ser así, ¿podríamos cambiarlo?” Partiendo de esa premisa, enriqueciéndola y
construyendo un andamiaje efectivo a su alrededor se generó “La senda trazada”.
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¿Cómo es la vida de Alfonso Heredia, el protagonista de la novela?
De definirla en tres palabras
serían “En el filo”. Heredia es un outsider autentico, una persona a la que las
circunstancias le han ido empujando a vivir al día y en el límite. Ese
trasfondo es fundamental para poder comprender la lógica que se esconde tras
sus acciones cuando cae en sus manos un extraordinario volumen redactado a mano
en el que se anticipan la muerte de personajes célebres. Esa posibilidad de
conocer el futuro, sus complicadas circunstancias personales, sus decisiones y
el precio a pagar por ellas forman el andamiaje moral de la trama. Aunque no
sea una novela que pretenda reivindicar ningún tipo de moralidad.
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De todas las novelas que has escrito, ¿cuál te supuso un mayor esfuerzo? ¿Con cuál
te sentiste más cómodo?
Mayor esfuerzo… Quizá Durruti
por lo arduo que supone ajustarse al contexto histórico y que este encaje en tu
ficción. Por muy bien que viniese para mi trama y mi novela, yo no puedo decir
que Buenaventura Durruti murió en La Coruña porque no es cierto. En la novela
histórica, el jugar con todas las piezas del puzzle, los hechos reales y la
ficción, y lograr que encajen milimétricamente es una tarea de orfebrería
literaria que requiere un esfuerzo. Más cómodo… Con “El documento Saldaña”. Por
todo lo que tiene de deuda personal en muchos de sus planteamientos.
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Aparte de las novelas mencionadas anteriormente también has escrito varios
relatos. ¿Qué es más fácil escribir?
Sin duda alguna, una novela.
Es mucho más sencillo ocultar las carencias, las trampas y los errores en una
historia de cuatrocientas páginas que en una de diez. Como en un relato cometas
un error y se te vea la trampa, se te derrumba todo el andamiaje. Siempre he
dicho que escribir relatos es como hacer salto de longitud sin coger
carrerilla, a pies juntos. Es menos cansado, pero mucho más difícil.
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Desde que estas dentro del mundo literario, ¿qué ha sido lo mejor que te ha
pasado? ¿Y lo menos bueno?
Lo mejor, toda la gente que he
conocido, los amigos hechos y las experiencias intercambiadas. Hablo tanto de
escritores compañeros como de lectores. Conservo vivencias preciosas con
lectores que pondrían la carne de gallina y que me acompañarán mientras viva.
Lo menos bueno… Lo cierto es que, como escritor, no he tenido apenas
experiencias negativas. Si acaso, algunos desengaños con el ámbito editorial
-no confundir mundillo literario con mundillo editorial. Aunque relacionados
son muy diferentes-.
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A la hora de escribir, ¿tienes alguna manía?
No especialmente. Sin ser
manía, sí tengo alguna preferencia. Como el escribir de madrugada. Considero
indispensable la tranquilidad de ese momento sabiendo que es muy improbable que
se escuchen ruidos o jaleo en la calle o que te llamen por teléfono y te
interrumpan… Más allá de eso, no hay manías.
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¿Qué momento del día es tu preferido para escribir?
Acabo de responder a esa
pregunta sin haberlo pretendido… [risas]
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¿Qué consejo le darías a aquellas personas que quieren empezar a escribir sus
primeras historias pero que, por diversos motivos, no terminan de decidirse?
Que se lancen pero que lo
hagan con los pies en la tierra. Que no se monten en la cabeza la parábola de
la lechera –“…y voy a escribir y crearé muchos relatos y después muchas novelas
y voy a publicar, primero en una editorial pequeña, luego en una grande y me
haré popular y…”- antes siquiera de haber escrito la primera línea de su primer
cuento. Que escriban porque sienten la pulsión de hacerlo, de dar salida a una
historia o un sentimiento que lleven dentro. Que sean constantes y no se
desanimen. Escribir es una carrera de fondo, día tras día. No es un sprint de
100 metros. Y que jamás desconfíen de lo que hacen. Que crean en sí mismos. Yo
siempre he defendido que un escritor no es mas que un lector que un día se da
cuenta de que nadie ha escrito la historia que le gustaría leer. Y se pone a
ello. Ese es mi consejo.
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Para finalizar la entrevista, la gente que la haya leído y que quiera algún
ejemplar de tus novelas, ¿de qué modo lo pueden hacer?
Ahora mismo la editorial
LITERATURAS COM LIBROS está llevando a cabo un proceso de reedición de todas
mis obras tanto en formato tradicional en papel como en formato eBook. La única
desventaja es que el canal de distribución de LITERATURAS COM LIBROS no son las
librerías tradicionales sino Internet. Concretamente AMAZON o su propia web. Se
pueden adquirir en este enlace: https://literaturascomlibros.es/tag/pedro-de-paz
Muchas gracias de nuevo y
desde SuperLectorAlfa te deseo lo mejor de cara al futuro. Ha sido un placer
tenerte en el blog.
El placer ha sido mío. Un
saludo.
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