Un día más, un domingo más, una reseña más. Buenos días amantes de la literatura. Hoy os traigo la reseña de un libro que transmite tranquilidad y diversión.
Hoy voy de la mano de la Tierra Editorial para hablaros de "Un hombre tranquilo", una novela del escritor Miguel Ángel Rodríguez Chuliá, a quien conocí en la edición del año pasado de Cartagena Negra y que estuvo amadrinado por la escritora Graziella Moreno.
"Un hombre tranquilo" nos muestra, ante todo, la vida de cualquier hombre que se esfuerza, en cierta medida, por pasar por el mundo sin hacer demasiado ruido, pero el protagonista de la novela tiene un trabajo peculiar: es asesino. Esto se conoce desde el principio de la novela, por lo tanto, yo concibo "Un hombre tranquilo" como una novela, si no única, casi única porque he leído pocas novelas en las que se conoce desde el inicio quien es el asesino, ya que, normalmente, en las novelas, no se descubre al asesino cuando pasa un tiempo y los policías empiezan a estrechar el cerco sobre una persona determinada.
¿Qué más decir de "Un hombre tranquilo"? Diré que está escrito con una maestría descomunal. En todo momento se ve que el autor quiere contarnos una cosa determinada y no se va por las ramas como en muchas otras novelas, va a lo que se dice "directo al grano".
La novela tiene un lenguaje sencillo, lo que hace que se pueda leer de una manera fluida y muy amena sin necesidad de contar con un diccionario al lado.
Una característica que resalto de Jorge, así se llama el protagonista, es que no entra en el perfil de un sicario, ya que, los sicarios, a mi forma de ver, son gente fria, gente que, en cierto modo andan "a su bola", en cambio, Jorge es cercano y amable. Dice Alessandra Roma en el epílogo del libro que nadie se imagina que Jorge sea un sicario al cruzarse con él por la calle o darle los buenos días. Y tengo que decir que le tengo que dar la razón a Alessandra porque el comportamiento que presenta el protagonista de la novela es el típico comportamiento que puede tener cualquier persona de a pie.
Otra característica que se descubre cuando se lee esta novela es la crítica social que hace el autor a lo largo y ancho de la novela. Esta crítica se ve en Alicia, subinspectora de policía, que se ve, en determinadas situaciones ninguneada por sus propios compañeros de comisaría. Otra crítica social que hace Miguel Ángel en "Un hombre tranquilo" se ve en el papel de Ana. Ana se ve en la tesitura de complacer en todo momento a su marido y soportar las brutales palizas que le da. La situación de Ana es límite porque no tienen los medios necesarios para denunciar a su marido y, por consiguiente, salir hacia adelante. También hay en la novela otra mujer, Marta de nombre, que también lleva una existencia muy complicada. Marta no conoce a sus padres biológicos y es internada en un orfanato con la mala suerte o con la desdicha de que, cada vez que alguna familia adoptiva la acoge, Marta es víctima de todas las fechorías habidas y por haber.
En definitiva, hay una serie de personajes en la novela que reflejan muy bien la mezquindad que hay en la sociedad actual. Ojalá no hubiera maldad.
Antes de terminar la reseña de hoy, decir que me ha llamado la atención la frase de Marco Tulio Cicerón con la que empieza la novela. Esta frase dice así: "Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros." Me ha llamado la atención esta frase porque siempre me gusta echar un ojo a las distintas frases dichas por los clásicos y esta frase de Cicerón la desconocía totalmente.
Ahora si termino con la reseña haciendo hincapié que la lectura de "Un hombre tranquilo" es un libro que recomiendo para tomar un poco más de conciencia de la mezquindad que gobierna la sociedad actual.
FICHA TÉCNICA:
NÚMERO DE PÁGINAS: 239 Páginas.
AUTOR: Miguel Ángel Rodríguez Chuliá.
EDITORIAL: Tierra Editorial.
ENCUADERNACIÓN: Tapa Blanda.
ISBN: 9788494553516
SINOPSIS:
Un argumento entrelazado e inteligente en el que el lector sabrá, desde
el primer momento, quién es el asesino pero no la víctima, conociendo
explícitamente los protocolos de actuación de los servicios de
inteligencia de nuestro país. Una vez haya pasado la última página,
aquel que se haya inmiscuido en ellas no volverá a dar su número de DNI
en la fila del supermercado si se le ha olvidado la tarjeta de socio, no
aceptará una sonrisa como muestra de amistad y rechazará un apretón de
manos como símbolo de paz. Quizá, detrás de esos gestos inocuos, se
oculte la oscuridad de Un hombre tranquilo.
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