martes, 25 de agosto de 2020

ARO SÁINZ DE LA MAZA: "Diseñé el personaje para que tuviera largo recorrido, no solo para una entrega. Para mí, era básico que Milo rezumara autenticidad por todos sus poros".

 

 
Seguimos con la semana de las entrevistas en SuperLectorAlfa. Hoy martes tenemos el placer de contar con la presencia del escritor Aro Sáinz de la Maza, el creador del inspector Milo Malart.
Nuestro invitado de hoy nació en Barcelona y aparte de ser escritor es, también, editor y tutor narrativo de varios autores. La serie protagonizada por el inspector Milo Malart da comienzo con la publicación de la novela "El verdugo de Gaudí" (anteriormente titulada como "El asesino de La Pedrera"). En 2016 aparece, la segunda parte de esta serie, "El ángulo muerto" y en este año 2020 se ha publicado la tercera parte de la serie "Dócil".  
Cabe destacar que sus novelas han calado muy bien entre el público y la crítica especializada, siendo traducidas en varios idiomas como, por ejemplo, al francés gracias a la editorial Actes Sud. En Francia, además, se ha llegado a comparar a Milo Malart con los clásicos del género y con las creaciones de autores consagrados como son Jo Nesbø o Philip Kerr
 
Dicho esto, y sin más preámbulos, empezamos la entrevista del martes en 3,2,1,...
 
 

- Para ti, ¿qué es la literatura?

Mi respuesta se basa más en una intuición que en una certeza. Al principio, cuando la adolescencia, era un refugio con forma de sótano (no me gustaba la realidad y necesitaba huir de ella). Luego, se fue transformando en una habitación con vistas. Y desde que hice las paces con el mundo real, una casa con jardín donde recibir a los amigos y vivir. En definitiva, mi hogar. Diría que, más o menos, por ahí van los tiros.

 

- ¿Has sentido desde siempre esa simpatía que se le tiene a las letras?

Desde que tengo uso de razón. Las letras son mi identidad.

 

- ¿Cuándo dijiste de empezar a escribir tus primeras historias para que la gente te pudiera leer?

Una cosa es el momento en el que empecé a escribir, que fue a una edad muy temprana, y otra muy distinta cuando me consideré preparado para ser leído. Entre uno y otro transcurrieron un montón de años, de dudas y de novelas (por llamar a aquellos textos de algún modo), hasta que por fin desentrañé en qué consiste ese artefacto que llamamos “novela” y todo comenzó a fluir.

 

- ¿Quién o quiénes son tus referentes literarios?

Son tantos y de géneros tan variados que resultaría imposible reseñarlos todos. Era una máquina de leer, y de cada libro obtenía un aprendizaje, una lección. Y ahora que estoy centrado en la novela negra, me sigue ocurriendo.

 

- ¿Hay algún libro que te haya marcado a lo largo y ancho de tu trayectoria?

Sí, hay un libro, ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, y un autor, Raymond Carver. Curiosamente no es una novela, sino un volumen de relatos. Carver es uno de los precursores del realismo sucio y leerlo me abrió los ojos. Fue tal el impacto de aquella epifanía que marcó un antes y un después en mi narrativa. Su minimalismo me sedujo hasta el punto de cambiar mi estilo por completo. Luego, con el tiempo, descubrí que su portentosa forma de narrar no era obra suya, sino de su editor, Gordon Lish, quien se encargó de podar los textos de todo aquello que consideró innecesario. Así pues, para ser exacto en la respuesta, me ha marcado un libro, un autor y un editor. Aún recuerdo la emoción casi religiosa mientras lo leía por primera vez, y por segunda, y por tercera…

- Empecemos hablando de “El Verdugo de Gaudí”, anteriormente “El asesino de la Pedrera”. ¿Por qué este cambio de título (si se puede contar)?

Se puede contar. Mi título original fue considerado “demasiado literario” por la anterior editorial y decidió cambiarlo. El encargado de hacerlo fue alguien del departamento de marketing, quien por supuesto no se había leído la novela. Cuando me lo propusieron, creí que era una broma (no se correspondía en nada con el texto). Mis protestas cayeron en saco roto y la primera entrega de la serie Milo Malart fue publicada con ese título. Más adelante, Actes sud, mi editorial francesa, decidió publicarla… pero cambiándolo de nuevo, esta vez por Le Bourreau de Gaudí (El Verdugo de Gaudí), un título sensato pues es el apodo que recibe el asesino a lo largo de la novela. Por último, cuando la editorial Destino decidió publicar las tres entregas de la serie, me propuso adoptar el título francés para la primera. Vista la acogida que había tenido en el país vecino, acepté encantado, claro.

 

- ¿Cómo surge “El Verdugo de Gaudí”?

Surge de un desafío. En aquella época trabajaba haciendo editings de cualquier libro que me propusieran, incluido novelas negras. Anik Lapointe, mi editora por entonces, imagino que harta de todos los cambios que sugería en los textos de sus autores de la Serie Negra, me planteó a bocajarro por qué no escribía yo mi propia novela negra. Acepté el guante con una única condición: que no me diera prisa. Varios artículos de prensa después, una trama endiablada y compleja, y dos años de trabajo, le entregué el manuscrito… y así empezó este proyecto.

 

- Esta novela es la primera de la serie protagonizada por el inspector Milo Malart. ¿Qué destacarías de él?

A modo de resumen, que Milo es imprevisible, indescifrable, leal, intuitivo, cambiante, poseedor de una gran inteligencia emocional, con un lado oscuro, sensible, observador, torpe en las distancias cortas, introvertido, sagaz, genial en ocasiones, tonto en otras hasta decir basta, huraño, asocial, con un gran sentido del humor, falible, descreído, perdido, con una rara coherencia interna, de trato difícil, profundamente humano y, ante todo, eficaz. ¿Me he alargado mucho? Puedo seguir…

 

- Cuando nació este personaje, ¿pensabas en hacer una serie desde el principio o la serie vino sobre la marcha?

Diseñé el personaje para que tuviera largo recorrido, no solo para una entrega. Para mí, era básico que Milo rezumara autenticidad por todos sus poros. Y para lograrlo, me vi obligado a conocerlo a fondo; es decir, tuve que escribir toda su vida, desde su infancia hasta el presente, lo que me llevó mucho tiempo y varios centenares de páginas. Solo así pude hacerme con las claves de su perfil. Pese a ello, aún hoy me siguen sorprendiendo sus giros y réplicas, arruinándome en muchas ocasiones mis planes.

 

- La trama de esta primera novela arranca en Barcelona en 1990. ¿Cómo era la Barcelona de 1990? Después de las Olimpiadas de 1992, ¿cambió la ciudad?

Cambió por completo. La de 1990 tenía más colores; era blanca, roja, negra, verde, azul… La de después de las Olimpiadas es más uniforme, de un gris paloma generalizado. Pero para ser justo, hay que reconocer que se solucionó el absurdo de una ciudad que, hasta ese momento, le daba la espalda al mar. Como con todas las grandes transformaciones, hubo aciertos y fallos.

 

- Sigamos hablando de Milo Malart. En este caso nos vamos a “El ángulo muerto”. ¿Cómo se gesta la idea de la segunda entrega?


Leyendo la prensa. Viendo los estragos de la crisis por todas partes. Conociendo testimonios desgarradores de primera mano. Escuchando las vilezas de los gobernantes. Observando atónito las medidas que se aplicaron. Hirviéndome la sangre hasta límites insospechados. Hay momentos en que creo que escribí la novela en defensa propia, harto ya de tanta iniquidad y perversión.

 

- En “El ángulo muerto” podemos ver la crueldad de las personas en un nivel alto. ¿Por qué hay gente que se lo pasa bien fastidiando a las demás personas?

Es algo inherente al ser humano. La empatía es lo anormal, al igual que lo es el sentido común, la solidaridad y la bondad. Ocurre desde el origen de los tiempos y seguirá ocurriendo. Este tema trasciende a la clase social.

 

- ¿Cómo se podría disminuir la crueldad de la sociedad? Según tu opinión, claro está.

La sociedad es cruel como los son los individuos que la forman. Es un ente abstracto sin rostro humano, y me refiero a que carece de humanidad. Y en una época donde la desigualdad se ha disparado, la crueldad tiene terreno abonado. Si a esto le sumas la creciente imbecilidad general, nos da un cuadro donde el verbo “disminuir” chirría de forma sonora. Solo permanecen en pie contra ella unos pocos resistentes que luchan de forma denodada, pero tengo la certeza, la maldita certeza, que es como pretender vaciar el mar a base de cubos. El panorama es descorazonador, como siempre lo ha sido.

 

- También hay, en “El ángulo muerto”, maltrato animal. Según tu opinión, ¿qué podemos hacer, como sociedad, para defender a los animales ya sean perros, gatos, etc.?

Por un lado, educar; y por otro, endurecer las penas por maltrato animal. Hoy sigue saliendo muy barato torturar a un perro, un gato…

 

- Y llegamos a “Dócil”, la tercera entrega de Milo Malart. La idea de la tercera novela, ¿cómo se gesta?

De nuevo, la prensa (la realidad) es la responsable; es una fuente inagotable de ideas que voy recortando y almacenando. Personalmente, soy incapaz de imaginar los crímenes que describo en mis novelas (tal y como me esfuerzo en explicar una y otra vez a mis amigos tras ver sus caras de recelo). Todos los casos tienen una base real. Una vez elegidos uno o varios que tengan relación con el tema que previamente he escogido para desarrollar, los adapto en función de las necesidades de la Historia. Pero el detonante que pone en marcha toda la maquinaria es un caso real. Y los tengo a cientos, y más que seguiré teniendo. Entre tú y yo, no te imaginas la de carcajadas que he soltado cuando alguien tilda de inverosímil alguno de “mis” crímenes. Carcajadas balsámicas y de buen rollo, claro está.  

 

- ¿Cómo es el Milo Malart de esta tercera entrega? ¿Se diferencia mucho del Milo Malart que pudimos ver en “El Verdugo de Gaudí”?

Sin desvelar nada, digamos que los lectores encontrarán un Milo diferente, cambiado, muy distinto al de El Verdugo de Gaudí. Pero todo tiene su explicación y… evolución. A lo largo de la novela, asistirán a su progresiva transformación. No debo contar mucho más, espero que lo entiendas. Quizá sí puedo aportar un apunte: el título es un juego en varias direcciones. Y hasta aquí puedo leer.

 

- En “Dócil” reflejas una lucha, en muchas ocasiones sin cuartel, por alcanzar un amor correspondido. ¿Por qué conseguir ese amor correspondido, tan ansiado por los personajes de la novela, puede resultar tan complicado en la vida real?

Porque, como afirma Milo, no sabemos amar ni ser amados. Somos esclavos de nuestras limitaciones, o egoísmos, o necesidades. Con lo cual, es un anhelo condenado al fracaso. Y además, estamos mal asesorados por los poetas, esos calvos vendedores de crecepelos milagrosos. Pero que conste, todo esto lo dice Milo, no yo.

 

- La ficción, ¿supera siempre a la realidad o hay excepciones?

La ficción nunca supera a la realidad. Nunca. Sin excepción. Detrás de la ficción más impensable, siempre subyace la realidad, de una o de otra forma.

 

- Según tu punto de vista, ¿qué es lo más complicado de escribir varias novelas protagonizadas por un mismo personaje?

La obligación que me autoimpongo de cambiar de registro en cada entrega. Como muy bien dice Carlos Zanón, “prefiero equivocarme antes que repetirme”. Y te lo aseguro, no es tarea fácil. Dicho lo cual, cruzo los dedos para que no se me acaben los registros.

 

- Hay autores de brújula y de mapa. ¿En qué grupo te encuentras?

En el grupo de los raros, imagino. Suelo utilizar brújulas, mapas, escaletas, entrañas, astrolabios, sextantes y todo lo que pille a mi alcance. Una novela es un artefacto muy complejo; y si además es negra, ya ni te cuento. Tienes que trazar sí o sí una línea de investigación y atenerte a ella con cierta flexibilidad. Por otro lado, está el eje principal, que es lo que te marca la Historia, y los secundarios, fundamentales a la hora de encajar piezas. Para más inri, es conveniente incluir un subtexto, sin olvidar en ningún momento la estructura que previamente tienes que haber diseñado. Si por una de esas casualidades tu protagonista decide de vez en cuando saltarse el guion y suelta una réplica inesperada que hace volar por los aires parte de tu hoja de ruta, pues te jorobas y te adaptas al cambio ya que sabes con total certeza que su voz es más valiosa que la tuya. Así pues, no te extrañe que utilice todos los medios de guía para realizar un viaje con Milo.

 

- He escuchado a más de un autor comentar que durante el confinamiento no se han podido centrar para escribir o para leer. ¿Te ha pasado lo mismo?

Sí, me ha ocurrido. Por lo visto, parece que nuestros cerebros se pusieron en modo supervivencia, dada la gravedad del asunto, y desconectaron todo lo demás. Escribir, no he escrito. Leer, he leído, pero con mayor dificultad y lentitud. Y trabajar, he trabajado en la cuarta entrega de Milo; básicamente escenas, diálogos, posibilidades, ideas sueltas, muchas de las cuales ya he descartado. En lo que me ha sido muy útil este periodo demencial es en descubrir el peso real de algunas emociones que, hasta ese momento, daba por sabido y aprendido. Y mira, ni por asomo.

 

- Durante todo el tiempo de confinamiento, ¿qué ha sido lo que más has echado de menos?

A ver, después de una treintena de libros publicados uno ya tiene por la mano esto del confinamiento. Digamos que soy un preso vocacional. Pero este ha sido obligado, no voluntario, y esto lo cambia todo. Dos cosas me han faltado: la primera, la libertad de entrar y salir a mi antojo; la segunda, el ruido. Sí, lo que oyes. Vivo en una zona de Barcelona muy ruidosa, lo que me ha convertido en un talibán del silencio. Pues bien, ahora que lo he tenido, no he podido disfrutarlo porque era a resultas de la ausencia de vida. Y esto me ha dejado noqueado. Ni en cien vidas lo hubiera imaginado.

 

- ¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto literario?

En la cuarta entrega de Milo Malart, con Milo haciendo de las suyas, como no podía ser menos. Mi objetivo es terminar la tetralogía. Luego, el nuevo proyecto será la quinta, y después la sexta, y después la…

 

- ¿Cambiarías de registro literario o de personaje o, por el contrario, seguirás escribiendo novela negra?

Me siento muy cómodo escribiendo novela negra, y más en compañía de Milo. Pero no descarto una novela infantil… ¡con Milo como protagonista!

 

- Como lector, ¿qué ha sido lo último que has leído?


Citaré los tres últimos por orden inverso. Más allá del bien y del mal, de Virginia Barber Rioja (Debate, 2019). Un fantástico libro que recoge las experiencias de la autora como psicóloga forense en varias clínicas mentales, cárceles y hospitales de Nueva York. Por supuesto, lo he dejado repleto de post-its. El penúltimo, Secretos imperfectos, de Hjorth y Rosenfeldt (Booket, 2018), el primero de la serie Bergman, un protagonista con un perfil muy interesante. Y el último, y por tanto todavía bajo su influjo, No hay luz bajo la nieve, de Jordi Llobregat (Destino, 2019), novela fascinante, con una trama muy elaborada y compleja, algo muy inusual en nuestro panorama literario, y con una protagonista y una atmósfera difíciles de olvidar.

 

- De las tres novelas que has escrito hasta la fecha con Milo Malart como protagonista, ¿con cuál te encontraste más cómodo escribiéndola y cuál te supuso un mayor esfuerzo?

Más cómodo con la primera, El Verdugo de Gaudí, por la ausencia total de presión. Respecto al esfuerzo, es similar en las tres. El problema vino cuando tuve que combinar viajes a Francia con la escritura. Empezó a ocurrirme con El ángulo muerto, y estalló definitivamente con Dócil. Todo surge por mi método de trabajo: odio las interrupciones, y no me acostumbro a escribir en hoteles y trenes. Así, cuantas más invitaciones a festivales y presentaciones allí, más problemas aquí… hasta que al final decidí suplicar un tiempo muerto y me confiné en un pequeño pueblo cerca de la frontera.

 

- Desde que estás dentro del mundo literario, ¿qué ha sido lo mejor que te ha pasado?

Sin duda, la acogida en Francia de la serie Milo Malart. Pensaba que estas cosas solo les pasaban a los demás. Creo que en varias ocasiones incluso llegué a levitar. Un sueño. Algo imposible de explicar con palabras y que difícilmente lograré agradecer lo suficiente. Un grandísimo regalo.

 

- Para terminar la entrevista, ¿qué consejo les darías a aquellas personas que quieren empezar a escribir sus primeras historias pero que, por diversos motivos, no terminan de decidirse?

No soy mucho de dar consejos; de hecho, no sé ni por dónde empezar. Tal vez por lo fundamental: Hollywood miente como un bellaco. Ni los editores te prestan su cabaña de troncos en la montaña, ni acabas la novela y ya está, la envías por correo y, poco después, te llega un talón con muchos ceros. No, esto no va así. Esto va de escribir mucho, de corregir todavía más y de leer aún muchísimo más. Es una carrera de fondo, no un sprint. Y si fuera un sprint, desconfía. Solo hay una fórmula: trabajo, trabajo y más trabajo, hasta perder la noción del tiempo. No te fijes en lo que les ocurre a los otros, fíjate solo en lo que tú haces. Y lo que tú haces, te hace. No desesperes nunca. Vuelve a empezar otra vez. Y otra. Aléjate del camino trillado. No hagas ni caso a los ataques y mucho menos a los halagos. Encaja los golpes tratando de reducir al mínimo los daños. Nunca discutas. Lo malo de este oficio es malísimo, pero lo bueno es sublime, no hay nada comparable. Y no lo olvides: la salvación de un escritor es escribir. Lo dijo Chandler.

 

Muchas gracias de nuevo. Ha sido un placer tenerte en el blog. Desde SuperLectorAlfa te deseo lo mejor de cara al futuro. Espero y deseo que sigas escribiendo más novelas para hacernos a los lectores disfrutar de todas tus novelas.

Muchas gracias a ti, el placer ha sido mío. Nos leemos y hasta la próxima. Recibe un fuerte abrazo, con mis mejores deseos de futuro.

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