Siempre hay una primera vez para todo y en el caso que nos ocupa es, precisamente, eso. Con "El primer senador de Roma" ha sido mi primera aproximación a la narrativa de Juan Torres Zalba, un autor al que no le perderé la pista.
"El primer senador de Roma" nos cuenta que después de, aproximadamente, treinta años desde que Escipión Africano acabó con Cartago todavía seguían las disputas entre Roma y Cartago, además sin contar las discrepancias reinantes dentro de cada ejército puesto que no todo el mundo quería lo mismo. Había gente que apostaba por la guerra y otras personas defendían que, para entenderse lo mejor es dialogar y tratar de llegar a acuerdos. En definitiva, en este aspecto creo que no hemos cambiado nada o sí hemos cambiado ha sido muy poco. No hay más que mirar la clase política que tenemos que va a ocupar sillones sin tener en cuenta para nada a los ciudadanos de a pie.
Volviendo a la novela tengo que decir que me ha costado un pelín más de lo habitual debido a la extensión, y eso que no pongo pegas en cuanto a la extensión de cada libro que leo. Notaba que era más de lo mismo pero, por suerte, ese pensamiento se iba enseguida y he podido disfrutar de la lectura.
Un aspecto que quiero resaltar es que los romanos, en cierto modo, era un grupo de gente bastante egoísta que hacía cualquier cosa para llegar a sus objetivos dejando de lado a la propia familia.
En pleno siglo II antes de Cristo, Roma es la máxima potencia del Mediterráneo tras haber derrotado a la Cartago de Aníbal y a los poderosos reinos de Siria y Macedonia.
Sin embargo, pese a su posición dominante, ya nada es suficiente para los miembros de las familias senatoriales, sean Escipiones, Claudios, Fabios, Licinios, Fulvios o Sulpicios. Arrastrados por el ansia de incrementar su prestigio a través de gestas militares y la obtención del mayor número de honores y dignidades, no dudan en servirse de intrigas, alianzas y deslealtades para saciar apetitos y ambiciones personales.
Es el mundo, a la postre, de unos emergentes Escipión Emiliano y Apio Claudio Pulcro, o de unos jóvenes Tiberio y Cayo Sempronio Graco, nietos de Escipión Africano e hijos de Cornelia, la matrona ejemplar. Es, también, el tiempo de un anciano y ácido Marco Porcio Catón, quien en los estertores de su vida hará famoso el célebre «Carthago delenda est», Cartago debe ser destruida.
Esta es la novela de todos ellos, esta es la formidable Historia de Roma.
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