En "Jauja" haremos un viaje al pasado, un viaje al pueblo, en definitiva, quien lea la novela participará de alguna manera en el homenaje que realiza Use Lahoz a los pueblos rurales que están destinados, por diversas circunstancias, a desaparecer y a permanecer vacíos por años sin término.
Hablando de los personajes de la novela hay tres que se reparten el mayor peso de la trama: María Broto, Teodoro Broto y Rafael. Comentar que la novela transcurre en dos épocas diferentes: por un lado tenemos la vida de María Broto adulta que nos cuenta como fue su infancia en el tiempo que dura el trayecto Valdecádiar-Barcelona junto con Rafael, que es quien le comunica a la propia María un suceso que hará replantearse muchas cosas. Y por otro lado, vemos la vida de Teodoro Broto, el padre de María, de cómo era su vida cuando llegó al pueblo acompañado de su hija.
En definitiva, "Jauja" es una novela familiar, emotiva, cautivadora que invita al lector a pensar en cómo actuaría en el caso de que le pasara algo similar a lo que le sucede a María Broto y, como he comentado al principio, es una novela que homenajea a esos pueblos que se encuentran en vías de desaparecer por el traslado de sus habitantes a las ciudades o que ya se encuentran vacíos y en el olvido de las gentes. Reconozco que nunca he vivido en ningún pueblo, siempre me he considerado más de ciudad, pero siempre me he imaginado que la vida en el pueblo es magia, es única y especial porque, aunque soy de ciudad, reconozco que los pueblos tienen algo especial.
María Broto es una reconocida actriz de teatro al filo de los cuarenta. A la salida del estreno de El jardín de los cerezos
de Chejov –su representación soñada–, en la que encarna el papel de
Luiba Andreievna, un hombre la espera en la puerta trasera del teatro. A
primera vista, María no lo reconoce, pero el hombre insiste en
explicarle quién es y por qué ha venido a buscarla.
Así recibe
María la noticia de la repentina muerte de Teodoro Broto, su padre. La
noticia, inesperada, viene acompañada del ofrecimiento de este hombre de
volver al pueblo en el que vivieron de niños para asistir al funeral
que tendrá lugar al día siguiente.
Pero María no tiene claro si
quiere hacer este viaje al pasado y hurgar en las heridas abiertas de
una infancia que todavía lleva marcadas en su interior.
Jauja
entrelaza épocas, escenografías y sentimientos. Se enfrenta al pulso
permanente entre las aspiraciones individuales y las normas que rigen el
destino, y presenta un heterogéneo conjunto de personajes a los que
seguimos durante varios años, para crear una epopeya humana y
conmovedora que aborda los grandes temas: el amor y la pérdida, la
fragilidad del éxito, las renuncias que impone el paso del tiempo, la
dolorosa posibilidad del perdón, el deseo de redención, la dificultad de
mirar a la verdad a la cara y, por supuesto, el rastro de la infancia,
ese jardín de los cerezos que brilla por fuera, mientras los personajes
que lo observan se deshacen por dentro.
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