martes, 18 de febrero de 2020

HABLAMOS CON: ANTONIO MERCERO


En el día de hoy recibimos la visita del guionista y escritor Antonio Mercero. Nació en Madrid y entre sus trabajos como guionista destaca su participación en "Farmacia de Guardia" junto a su padre y crea, junto con Jorge Díaz y Moises Gómez, la exitosa serie de Televisión "Hospital Central". 
Y entre sus trabajos literarios destacan las dos novelas protagonizadas por Sofía Luna. Estas novelas son "El final del hombre" y "El caso de las japonesas muertas", ambas novelas están editadas por Alfaguara. De estas dos novelas y de más cosas nos hablará el autor en la entrevista. 
Y después de esta introducción empezamos la entrevista en 3,2,1,...



- ¿Qué es la literatura para ti? 

La literatura es la parte que más me interesa de la vida, la parte inventada, la que te permite escapar de la realidad. Como lector, es el refugio al que acudo para encontrar emociones o una mirada interesante, y para no sentirme solo. Como escritor, una forma de vida. Es una maravilla pensar que puedes provocar emociones en los demás, las que yo he vivido tantas veces con un buen libro. 


- Además de escritor también eres guionista de series de televisión. ¿Cómo te consideras: un guionista metido a escritor o un escritor metido a guionista? 

Me considero un escritor, un contador de historias. A veces las escribo en formato televisivo o cinematográfico, y a veces en un libro. Una parte importante de mi trabajo es decidir cuál es el mejor formato para cada historia. 


- ¿Qué es más fácil: hacer guiones o escribir novelas? 

Es muy difícil escribir un buen guion, también una buena novela. Es verdad que la novela es más laboriosa, te lleva más tiempo, así que hace falta concentración y constancia. Aparte de este factor, la dificultad es similar. 


- ¿Siempre has tenido esa simpatía que se le tiene a la literatura o has tenido épocas en las que te mantenías alejado de la literatura? 

Yo quería escribir desde pequeñito, eso seguro. Y fui un lector precoz que después, en la juventud, dejó de leer. Luego retomé la afición para no soltarla nunca. Es mi afición más querida, y resulta que también es mi trabajo. Creo que eso es tener suerte.


- ¿Hay algún libro que te haya marcado a lo largo de tu trayectoria? 

Muchos, los rusos del diecinueve, con Chejov a la cabeza, los escritores del boom latinoamericano, los grandes escritores americanos de novela negra…


Patricia Highsmith
- ¿Quién o quiénes son tus referentes literarios? 

Los referentes se van acumulando a la largo de la vida, son muchos y ya muy difíciles de distinguir en mi obra. Siempre me gustaron los personajes de Philip Roth y de Saul Bellow, la exploración moral de Patricia Highsmith, las reflexiones sobre la vida de Proust, la tristeza que tiñe los cuentos de Chejov… Como ves, una papilla de ingredientes muy diversos. 


- Hasta la fecha, ¿cuántos libros has escrito y publicado? ¿Tienes alguno en el fondo del cajón esperando el momento idóneo para ser publicado? 

He publicado dos novelas muy personales, después dos novelas policiacas y además una novela gráfica. Ahora acabo de terminar una nueva novela. 


- Empecemos hablando de “La cuarta muerte”. ¿Cómo surge la idea de esta novela? 

Esta novela habla de un joven de dieciocho años que sale de un centro de menores y busca su lugar en el mundo. Para eso tendrá que romper las ataduras que le unen a su padre, una figura muy abrumadora en su desarrollo personal. 


- ¿Con qué se puede encontrar el lector en esta novela? 

Es una historia de exploración, de la búsqueda del camino correcto, en esa edad crucial en la que hay que empezar a tomar decisiones. Un poco en la onda de “El guardián entre el centeno”, salvando todas las distancias, claro está. 


- El título de “La cuarta muerte”, ¿era el que tenías en mente desde un principio o le tuviste que cambiar el nombre en alguna ocasión?

El título lo tenía claro. Leo, el protagonista, cuenta las tres muertes que han marcado su vida. La cuarta es metafórica y tiene que ver con la importancia de matar al padre para poder volar solo. 


- Pasamos ahora a hablar de “La vida desatenta”. En esta novela aparecen temas como la cobardía, las debilidades que cada persona tenemos. Desde tu punto de vista, ¿por qué, en ocasiones, nos dejamos llevar por lo negativo que nos da la vida en vez de guiarse por lo positivo? 

Creo que hay gente poco dotada para la felicidad, quejicas que se lamentan de su mala suerte y no se dan cuenta de la cantidad de detalles bonitos que adornan cada vida. Los personajes de esta novela son familia y tienen problemas para comunicar los afectos. Ayudan a los demás desde su trabajo de abogados, pero no saben ayudarse a sí mismos. 


- ¿Qué destacarías de Ignacio Vildsvin? ¿Hay algo de Antonio Mercero en Ignacio Vildsvin? 

Vildsvin es el padre de familia y el dueño del despacho de abogados, una figura aterradora para sus hijos y tóxica para su mujer. Un maltratador que solo al final de su vida comprende lo mucho que ha perdido al poner siempre el trabajo por delante de la familia.  No hay nada de mí en ese personaje, al menos en su trazo principal. Yo sí tengo claras mis prioridades, los afectos son más importantes que el trabajo y trato de cultivarlos. 


- Pasamos ahora a “El final del hombre”. ¿Cómo nace esta novela?

Nace por casualidad, de una conversación con una amiga que me habla de una policía inglesa transgénero. Me pareció muy interesante contar la problemática transgénero en un ambiente tan viril como el de una brigada de homicidios.


- ¿Qué destacarías de Sofía Luna? 

Sofía Luna es el personaje perfecto, porque está rodeada de conflictos. Primero, los internos. Acaba de cambiar de sexo y debe acostumbrarse a su nuevo cuerpo y a lidiar con los cambios hormonales. Después, los conflictos sociales derivados del rechazo que despierta en los demás su nueva condición de mujer. Además, los conflictos familiares, porque el hijo de Sofía Luna no acepta que su padre se haya convertido en una segunda madre.  


- ¿A qué se ha de enfrentar Sofía Luna en “El final del hombre”? 

Además de todos los conflictos que acabo de detallar, Sofía se enfrenta a la investigación de un asesinato, el del hijo de un escritor afamado. Los efectos secundarios del tratamiento hormonal le provocan somnolencia, hipersensibilidad, irritación, etc, y todo esto dificulta mucho el desempeño de su trabajo. 


- Pasamos ahora a “El caso de las japonesas muertas”. ¿Cómo surge el título? Porque, sinceramente, el título llama la atención. 

A la editorial le gustaba que el título empezara con “el caso de” porque eso transmite sensación de serie policiaca ya consolidada. Aquí hablamos de una sucesión de japonesas que aparecen muertas, todas ellas asexuales, lo que genera un misterio singular. El título pretende sugerir parte de ese misterio. 


- ¿Con qué se puede encontrar el lector que prefiera leer “El caso de las japonesas muertas”? 

Con una trama muy absorbente que reflexiona sobre la importancia quizá excesiva que se le da al sexo en la vida. Y con la continuación del viaje apasionante que ha emprendido Sofía Luna hacia el género femenino. Aquí, le tocará lidiar con el rechazo de su padre, un militar jubilado. 


- “El caso de las japonesas muertas” es la continuación de “El final del hombre”. ¿Se pueden leer independientemente o es muy recomendable empezar por “El final del hombre” y después “El caso de las japonesas muertas”? 

Se pueden leer independientemente porque en la segunda se recuerdan los detalles necesarios para la comprensión de la historia, sobre todo en lo que toca a Sofía Luna. 


- El año pasado fuiste al festival literario Cartagena Negra. ¿Qué significa para una ciudad el contar con un festival como el de Cartagena Negra? 

Es una forma de promocionar la ciudad y de apoyar un género que está muy en boga. Poder recibir la visita de escritores importantes siempre es motivo de orgullo para cualquier ciudad. Cartagena, además, organiza un festival estupendo, con mucho cariño por la literatura negra y por sus autores. Yo me lo pasé muy bien. 


- Desde tu punto de vista, ¿de qué estado de salud goza la novela negra?

 Magnífico, cada año mejor. Se van actualizando los viejos clichés, aparecen autores muy interesantes y yo le auguro al género un gran futuro. 


- ¿Eres de leer primero el libro y, después, ver la película o al revés? 

Yo prefiero leer primero el libro.


- Cuando te viene alguna idea para una novela, ¿la sueles apuntar en el móvil o en el papel, o se te queda en la mente? 

Las apunto en una libreta pequeña que suelo llevar encima. Después vuelco las notas en el ordenador. No creo que sea buena idea fiarse de la memoria. Siempre falla. 


- Desde tu punto de vista, ¿cuál puede ser el mejor método para promocionar las novelas cuando acaban de salir de imprenta? 

La mejor promoción es que la novela esté bien colocada en las librerías, y después que funcione el boca oreja. Ayuda que la editorial empuje con la promoción, claro, y que las redes sociales hagan su parte. 


- ¿Qué consejo le darías a aquellas personas que quieren empezar a escribir sus primeras historias pero que, por diversos motivos, no terminan de decidirse a dar el paso y enfrentarse a la hoja en blanco? 

Que lean mucho y que escriban todos los días, aunque no se sientan inspirados. Esto es un trabajo de pico y pala, mucho más de lo que la gente cree. 


- Para finalizar la entrevista, la gente que la haya leído y que esté interesada en adquirir algún ejemplar de tus novelas, ¿de qué forma lo pueden hacer? 

Las dos primeras es posible que no se encuentren fácilmente en librerías, pero sí en Amazon. Las de Sofía Luna todavía se pueden encontrar por los conductos habituales.

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