Hay muy pocas novelas que consiguen atraparme como lo ha hecho "Los que merecen morir". Me lo empezaba a leer el pasado día 8 de junio y el día 10 de junio, dos días después, ya había llegado al final de esta impresionante novela escrita por Carlos Salem. Dos días en los que he estado en vilo y con ganas de descubrir el responsable de la siembra de muerte, sangre y terror por Madrid.
El lector que opte por leer esta novela conocerá a Severo Justo, un hombre desquiciado de la vida que pasó por el seminario hasta el punto de ser sacerdote pero, al cabo de un tiempo, aparcó la sotana y se casó con una mujer con la que tuvo una hija, esposa e hija que fallecen un día haciendo que el objetivo en la vida de Justo sea de todo menos positivo e ilusionante; al mismo tiempo, conocerá también a Dalia Fierro, la cual tiene la manía, la costumbre de escoger una palabra al azar y repetirla continuamente en distintos idiomas; al mismo tiempo, conocerá a una mujer perteneciente al llamado grupo de "la tercera edad" muy puesta en temas de tecnología que tiene un trato especial con su nieto, un personaje con un peso importante en la novela aunque no tanto como el que puede tener tanto Severo Justo como Dalia Fierro. Este grupo que forman una brigada especial encargada de echarle el guante a Nadie, la persona que siembra el terror, la muerte más atroz en la ciudad. A lo largo de la novela, cada personaje se enfrentará a una serie de circunstancias, a cual más peliaguda, que harán que se muevan por unos lugares u otros.
Quiero resaltar que la novela "Los que merecen morir" hace una crítica a la justicia, esa "amiga" o "enemiga" que normalmente actúa muy pero que muy lentamente y, al mismo tiempo, hace que el lector establezca sus propias líneas rojas que no deben ser superadas y todo esto con una narrativa especial y, me aventuraría a decir, única porque hay muy pocos autores que escriban como Carlos Salem. En definitiva, Carlos Salem es un verdadero mago de las letras.
FICHA TÉCNICA:
La ola de crímenes tiene en jaque a la policía, y para detener a Nadie recurren a Severo Justo, el policía más condecorado y apegado al reglamento, con un pasado singular como sacerdote y que decide que este será el último caso que resuelva antes de suicidarse.
Para atrapar al asesino, Severo reúne un equipo heterogéneo que incluye a Dalia Fierro, una psiquiatra con cuatro doctorados y docenas de voces que discuten en su cabeza, una hacker octogenaria y un forense que habla con los muertos.
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