PREGUNTA. Es la segunda vez que estás en SuperLectorAlfa. La vez
anterior fue para hablar acerca de tu primera novela publicada por Libros
Indie, “El ruido que nos separa”. Ahora nos presentas “Casi Chicago”. En primer
lugar, ¿cómo estás? ¿Te ha tratado bien el mundo literario desde la publicación
de “El ruido que nos separa” hasta la publicación de tu segunda novela?
RESPUESTA. Ay, el mundo literario… La verdad es que hubo un momento,
sobre todo al principio de publicar mi primera novela, que quise asomarme a él,
pero enseguida vi que no era para mí. A ver, no quiero sonar descortés ni
desagradecido, ni nada por el estilo, pero cuando eres consciente (y eso se
nota casi desde el primer día) de que para publicar en esas editoriales que
todos conocemos, y/o aspirar a ganar un concurso, y/o salir en un medio de
comunicación de tirada nacional tienes que ir de la mano de un agente literario,
y/o pagar una cierta cantidad de dinero en promoción, o si no, no te leen o no
te dan su espacio, y que para acceder a un agente literario tienes que tener no
sé cuántos seguidores o encajar en un determinado perfil, pues definitivamente,
es algo que no me interesa en absoluto.
Así que, contestándote, el mundo literario me ha tratado durante este
tiempo igual que yo a él. Con una maravillosa y máxima indiferencia mutua. Por
suerte, hay blogs como el tuyo que todavía apuestan sin ánimo de lucro por dar
voz a escritores que ni siquiera en su propio edificio saben que han escrito
algo, por más que vayan a las reuniones de vecinos con camisetas con la portada
del libro.
Ah, que se me olvidaba responder a tu primera pregunta… Estoy bien y muy
optimista. Gracias.
P: ¿Cómo surge “Casi Chicago” y por qué el cambio de registro de una
novela a otra? Porque las dos novelas son radicalmente diferentes.
R: Surge en pleno confinamiento, y después de haber vivido la mayor
parte de los dos años previos fuera de país. Y como no soy yo muy de hacer
amigos, pero, por otro lado, tomo mucho café y no puedo quedarme en casa, todas
esas noches saliendo solo por según qué zonas del centro de Europa resultaron
en una serie de experiencias que, sinceramente, algunas de ellas hubiera
preferido no haber vivido, o al menos, no de esa manera. Y cuando me puse a
escribir la novela, al principio tenía un matiz mucho más serio del que quedó,
pero conforme iba releyendo, me iba dando cuenta en lo disparatadas que eran la
mayor parte de las historias que me habían ocurrido, así que le fui dando un
toque más humorístico al asunto, siendo que el trasfondo de todo es la soledad
que rodea al protagonista, que no es un asunto menor.
En cuanto al estilo diferente de esta novela respecto a la anterior, es
que quería alejarme del género negro por un tiempo. Ya desde que tenía El
ruido que nos separa casi acabado, sabía que quería hacer un spin-off de
uno de los protagonistas, y que cuando lo escribiera, volvería a esa forma de
narrar que tanto llamó la atención, y lo llevaría a un nivel incluso más
radical, así que con Casi Chicago opté por darme una tregua y plantear
una estructura, si quieres, más convencional, siendo que me costó muchísimo más
que la forma en espiral de la primera.
P: Quienes todavía no han leído “Casi Chicago”, por los motivos que
sean, ¿con qué se van a encontrar en la novela?
R: Hay gente para todo, ¿verdad? Sus razones tendrán, pero contestándote
(a ti -que sé que la has leído- y a esos pocos que sin embargo no lo hayan
hecho todavía), te diré que he tratado de darle la vuelta a la clásica historia
de amor que vemos de vez en cuando en la calle, algo más a menudo en la
televisión, y sobre todo en redes sociales. Digamos que le he quitado el
romanticismo para darle más realismo, ya sabes, celos, inseguridades y todo eso
que, al menos yo he vivido. El protagonista es un tipo gris, que pasa de
puntillas en este mundo hasta que se nos enamora. Y a partir de ahí, trata de
adaptarse lo mejor que sabe (que no es mucho) a ese nuevo escenario en el que
se ha visto de repente formando parte. Pero tanto la manera en la que ha
conocido a la chica como todo lo que ocurre conforme va surgiendo esa relación
es, cuanto menos, poco convencional.
Hay quien ha dicho que es una historia psicodélica y surrealista. No sé
muy bien si es algo positivo o no, pero posiblemente sea el resultado de la
capa de barniz que le he metido a las historias para ocultar lo cotidianas que
en realidad son.
P: ¿Cómo está siendo la aceptación de la nueva novela entre los lectores
que ya la han leído?
R: Por lo que leo en las reseñas, para empezar, ha sorprendido que me
haya alejado de ese estilo que comentábamos en una pregunta anterior, pero por
otro, es tal la cantidad de despropósitos que rodean la vida del protagonista y
que parecen ir desapareciendo (o aumentando, según se mire) conforme Molly y él
se van conociendo, que creo que el lector se engancha a la trama para ver en
qué queda todo, mientras no sabe si reírse o llorar con Randy.
P: Hablemos de Randy Sullivan. ¿Quién es Randy? ¿Con qué característica
de este personaje te quedarías?
R: Randy Sullivan es un tipo que, siendo que la vida le ha dado buenas
cartas (tiene un buen trabajo, cobra bien, etcétera) no sabe jugar con ellas.
Es muy inseguro, todo lo que puede dar miedo a él le da miedo (los aviones, por
ejemplo), no tiene muchos amigos, y su vida se reduce a ir a trabajar y ver
series de televisión en casa. Y es esa soledad la que, de alguna manera, está
llamando la atención del lector, no tanto porque se vea identificado en ella (o
al menos no totalmente), si no por desesperarse al ver su falta de reacción, y
por preguntarse, por qué no, si acaso esa falta de reacción de Randy no es
propia también de todos nosotros. Hace poco, de hecho, una lectora me decía que
cuando acabó el libro se quedó unos días pensando en cuánto de Randy había en
ella, y que quitando toda la salsa que hay en las historias, podía tratarse de
algo que nos podría ocurrir perfectamente a cualquiera de nosotros.
P: De todos los personajes que aparecen en “Casi Chicago”, ¿cuál te ha
parecido más fácil de crear? ¿Y el más complicado? ¿Has llegado a odiar a algún
personaje de los creados para “Casi Chicago”?
R: Más que un personaje, un capítulo me pareció complicadísimo encontrar
la voz. Yo no sé cuántas veces llegué a escribirlo y reescribirlo, y luego
reescribir lo ya reescrito. Se trata, casi al comienzo del libro, cuando Randy
se nos enamora. Claro, yo quería darle un toque sucio a la novela, con
personajes faltos de humanidad y sentimientos (algo que estoy acostumbrado a
ver), pero tenía que demostrar que incluso esos tipos que no se ilusionan con
nada, son capaces de ilusionarse por todo. Y no era capaz de encontrarle el
tono al capítulo. A veces me pasaba de frenada y lo escribía demasiado
romántico, y otras veces me iba al lado extremo, por lo que entonces no quedaba
claro que se había enamorado hasta las trancas el pobrecito. Al final quedó
algo intermedio que creo que transmite bien el mensaje, aunque posiblemente, si
dentro de veinte o treinta años leo la novela (no he leído ni una sola página
ni de mi primer libro ni de éste una vez publicado) posiblemente cambiaría
ciertas cosas.
En relación al personaje más fácil de crear… te diría que el del matón
que va a saldar una deuda pendiente pero no puede controlar irse de vientre, y
tiene que estar parando la paliza constantemente. Creo que es la única vez en
mi vida, junto con la escena del Señor Primavera en el jacuzzi en El ruido
que nos separa, que me lo he pasado bien escribiendo.
En cuanto a personajes que me cayeran mal… el compañero de piso de Randy
digamos que no sería mi amigo. Y el doctor Spooner tampoco.
P: ¿Cómo creas a tus personajes: haces fichas, pones pos-sit…?
R: Una tabla de Excel nunca viene mal…
P: Algunos autores comentan que sus personajes cobran vida y van por
libre siendo casi imposible atarlos en corto. En tu caso, ¿han cobrado vida
propia tus personajes y han ido por libre? Y si han ido por libre, ¿hasta que
punto les has dejado en “libertad”?
R: Es un poco difícil para mí contestar a esta pregunta, porque las dos
novelas las he escrito de una manera distinta, siendo que en ambas no tenía ni
la más remota idea de cómo acabaría la historia, sí que había unos mínimos que
tenía atados. Y lo gracioso del caso es que dentro de esos mínimos, en El
ruido que nos separa estaba el de un personaje que desde el principio tenía
claro que iba a morir, y sabía exactamente cómo y en qué momento, pero le cogí
cariño y lo salvé.
En Casi Chicago esos mínimos que decía antes se reducían
puramente a la historia de Randy y Molly. Ahí sabía perfectamente lo que quería
contar en todos los capítulos, pero es que en realidad, el azúcar de la novela
no lo ponen ellos, sino todos los personajes secundarios que salen. Y esos
volaron por su cuenta. El que más, el paciente del centro psiquiátrico que
intenta recordar y olvidar al mismo tiempo a un antiguo amor. Ese episodio, de
hecho, es quizás el más controvertido del libro, junto con el de unos tipos que
cenan con Randy y Molly en un restaurante a oscuras mientras cuentan que se
comieron a sus tortugas. Y, sin embargo para mí, son de mis favoritos.
P: La novela “Casi Chicago”, ¿por qué se llama “Casi Chicago”? ¿Era el
título que tenías en mente desde un principio o estuviste barajando algún otro
nombre?
R: Chicago en el libro representa la meta, una ciudad preciosa de la que
se habla a menudo pero que, por los motivos que sea, el protagonista no termina
de ir. Y preciosa es también la chica de la que Randy se enamora.
Si me permites una anécdota, del mismo modo que el título de El ruido
que nos separa, fue lo último que escribí de la primera novela (de hecho,
en el manuscrito que mandé a la editorial se llamaba de otra manera), en este
caso fue al contrario. Antes de empezar a escribir el libro ya tenía el título.
Quizás porque fuera algo muy real. Quizás porque ella así lo era.
P: Has escrito ya dos novelas. De las dos que has publicado, ¿cuál te ha
supuesto una mayor dificultad o complicación?
R: Casi Chicago, sin duda. Primero porque ha removido algo por
ahí dentro, segundo porque mantener un hilo argumental coherente durante más de
cuatrocientas páginas, y hacerlo de una manera que, como lector, no resultara
un tostón, no es sencillo, y tercero porque cada vez me cuesta más encontrar la
inspiración, la voluntad y el tiempo para escribir.
P: Cuando le enseñamos los números a los más pequeños siempre les
enseñamos que hay que contar “1,2,3, …”, esto me lleva a la siguiente cuestión.
¿Estás trabajando ya en una tercera novela o de momento tienes la escritura
aparcada para poder dedicarle todo el tiempo del mundo a la promoción de “Casi Chicago”?
R: Debería dedicarle más tiempo a la promoción de lo que estoy haciendo,
pero eso me lleva otra vez a la primera pregunta, y a cuestionarme hasta qué
punto todo el peso de la promoción debe recaer en el escritor, o debe ser
compartido con la editorial.
Pero por no dejarte sin responder, resérvame un poco de tu tiempo en dos
o tres años, ¿vale?
P: Para finalizar, tanto en los directos de Instagram como en las
entrevistas escritas me gusta terminar con alguna recomendación literaria del
invitado para los seguidores de SuperLectorAlfa. ¿Qué lectura o lecturas
recomendarías para la gente que sigue el blog?
R: Es una pena haber llegado al final de la entrevista. Me lo he pasado
muy bien charlando contigo. Es admirable lo que gente como tú hace, que para mí
tiene un valor incalculable, como es el hecho de entregar tu tiempo libre a
otra persona, y que, en lugar de irte a la playa con el tiempo que ha hecho
este fin de semana, estés haciéndome esta entrevista. Dicho lo cual, te
recomiendo la colección de relatos de Cheever.
Muchas gracias por las respuestas y te emplazo a volver al blog para
presentarnos una tercera novela muy pronto. Como siempre, ha sido un placer y
mucha suerte de cara al futuro.
Un abrazo para ti también, Kiko.