Corría
el año 2017 cuando me topé por primera vez con Ful y conecté de una
manera especial con este personaje que, aún siendo un delincuente como
es, se le coge un cierto cariño y una cierta empatía hasta el punto de
saber todas las razones por las que actúa como actúa, y ahora, en 2023 he vuelto a sentir esa misma conexión especial con Ful.
En "Todos me llaman Ful", la continuación de la novela "Ful" (Premio de Cartagena Negra 2017), vemos a un Ful alejado del crimen organizado y que trata de pasar desapercibido en su nuevo oficio atendiendo la portería de una comunidad de vecinos. En definitiva, en esta ocasión, Ful quiere tener una vida tranquila aunque no siempre logra este objetivo puesto que, un buen día sin comerlo ni beberlo, llega su amigo Pepe que, en su condición de ex-mosso se sirve de ciertos contactos para delinquir con Ful. En un principio, Ful se muestra un poco reacio a volver a la calle a delinquir pero es tan la fuerza de su amigo que decide volver transformando su vida tranquila llevada a cabo en la portería de la comunidad de vecinos a una vida que se encuentra en todo momento en una verdadera montaña rusa que le llevará a enfrentarse a la mafia, a una red casi indestructible de tráfico de drogas, a una banda criminal que persigue sembrar la ciudad de sangre, muerte y terror.
El lector que opte por leer "Todos me llaman Ful" no podrá dejar de leer al toparse cara a cara con unos capítulos cortos en los que sucede algo importante en cada uno de ellos, con un ritmo muy movido e intenso y, al mismo tiempo, también se encontrará con una narrativa directa, concisa, capaz de transmitirte fielmente como es el día a día en los bajos fondos de cualquier barrio de ciudad. Y todo esto llevado a cabo con arte, con pasión al alcance de los más grandes de la literatura. Y para mí, Rafa Melero forma parte del grupo de los más grandes de la literatura y, en particular, uno de los más grandes autores de novela negra que tenemos actualmente.
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