Vuelve por todo lo alto el profesor Loizaga con otro caso que tratará de solucionar con un plato de comida en medio de sus razonamientos, tal y como pudimos ver en "Pisto a la bilbaina", que tantos éxitos le trajo a José Francisco Alonso al ser nominado en Cartagena Negra al premio Icue Negro, entre otros numerosos premios más.
En "Milhojas de jamón", Loizaga deberá descubrir quién ha matado a Jesús Ahaztu, quien pronto será olvidado por la mayoría de los habitantes de Bilbao menos para nuestro protagonista que, una vez más, tratará de llegar a buen puerto acompañado de su amigo Román y de su amiga, la jueza Anne Campuzano. Estos tres personajes unen fuerzas para descubrir quien se esconde detrás de la identidad del asesino de Jesús Ahaztu sin ser realmente conscientes de todo lo que hay detrás de un simple asesinato. Pronto se toparán con las grandes empresas que dificultan la tarea, se encontrarán con una lucha atroz por el poder que se dan en cualquier gran empresa del sector que sea, en la novela es del sector de la electricidad. Al mismo tiempo, se chocarán con un muro infranqueable a la hora de dirigirse a los puestos más altos de la empresa afectada por la serie de crímenes que va descubriendo tanto Loizaga como el lector.
Esta novela culinariblack (no sé si existirá el término pero lo defino de este modo por la gran cantidad de comida que hay y por los asesinatos que se van produciendo) se nota que está muy bien hilvanada y que, lo que es más importante, sabe cómo captar la atención del lector.
Para
finalizar esta crónica o reseña, como queráis llamarla, os recomiendo
que pongáis un Loizaga en vuestra vida. Quien ponga un Loizaga en su
vida aprenderá lo mejor de la cocina con lo mejor de la novela negra
actual y de los próximos años. No conozco las intenciones del autor pero..., tengo la sensación de que hay Loizaga para rato. Y si el autor no piensa igual, yo le animaría a que haga alguna nueva historia con Loizaga. Larga vida al profesor Loizaga.
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