Hay novelas que desde que salen publicadas se me meten entre ceja y ceja la firme intención de leerlas y hasta que no accedo a leerlas, mi "Pepito Grillo" particular no cesa en su labor de ser el cabecilla que me lleva de un lugar a otro y tengo que decir que "A prueba de fuego" de Javier Moro pertenece a este grupo de novelas, además de que con esta novela editada por la Editorial Espasa hago mi primera inmersión a la narrativa de Javier Moro, autor que desde ya no voy a perder la pista porque me ha gustado descubrir su manera de escribir las novelas con "A prueba de fuego".
"A prueba de fuego" nos trae las aventuras y desventuras de una familia que debe emigrar de España a los Estados Unidos, tradicionalmente llamados la tierra de las oportunidades. Nos habla de, si no la mejor, una de las mejores familias de arquitectos que ha dado toda la historia desde que el mundo es mundo. No conocía para nada a la familia Guastavino y gracias a Javier Moro me he convertido en un amigo de la familia Guastavino.
Para quienes no sepáis quiénes eran los Guastavino decirles que crearon tendencia en la construcción americana cuando nadie daba ni un duro por ellos.
En definitiva, "A prueba de
fuego" es una novela familiar y en algunos momentos entrañable por todo
lo que cuenta Rafael Guastavino Jr., que es quien le cuenta al lector la
vida de su padre, Rafael Guastavino, una auténtica mente prodigiosa aunque, como cualquier persona, tenía sus propios problemas de diversa índole.
Personalmente, el momento más duro que tiene la novela es cuando llega el momento de emigrar a los Estados Unidos dejando lo conocido, lo cómodo, lo "fácil", atrás para empezar de cero sin conocer si el nuevo comienzo traerá algo bueno o estará lleno de problemas y dificultades. Justo a esto, otro momento realmente duro para mí es cuando la familia, que se mantenía hasta ese momento unida se debe fragmentar como consecuencia a una determinada situación, y parte se marcha a Argentina y otra parte a Estados Unidos sin tener posibilidad de un futuro reencuentro. Esta situación, cuando la iba leyendo, al mismo tiempo pensaba que la gente de mi generación, hasta cierto punto, ha tenido más suerte que generaciones anteriores, generaciones que no tuvieron una vida para nada fácil ni cómoda.
La aventura americana de Rafael Guastavino, el arquitecto español de Nueva York.
Nueva York 1881: en uno de los barrios más populares malviven el pequeño Rafaelito y su padre, Rafael, un reputado maestro de obras valenciano que lucha por demostrar su talento en la gran urbe. Lo acecha la ruina absoluta. Pero gracias a su genio infatigable, ese hombre alcanzará fama y fortuna al construir los edificios emblemáticos que han dado su perfil a Nueva York. Javier Moro nos presenta al singularísimo Rafael Guastavino, un auténtico genio de la construcción que deslumbró a los grandes magnates norteamericanos, conquistados por las técnicas que empleaba en sus obras para evitar los incendios, el mayor mal de las megalópolis del siglo XIX. Tuvo una vida jalonada de éxitos: de su estudio salieron construcciones tan «neoyorquinas» como la Estación Central, el gran hall de la isla de Ellis, parte del metro, el Carnegie Hall o el Museo Americano de Historia Natural.
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