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miércoles, 19 de junio de 2019

ENTREVISTA A ALBERT VILLANUEVA


En la mañana de hoy miércoles, SuperLectorAlfa "viaja" a Gavá para mantener una agradable conversación con el autor de la novela "Por hacer a tu muerte compañía" (Ed. Círculo Rojo). Hoy tenemos el placer de hablar con Albert Villanueva
Albert nació en Gavá cuando Gavá era un pueblo (más adelante nos narrará la evolución de Gavá hasta nuestros días). Es profesor  de Secundaria y lector compulsivo. Como nos dirá a lo largo y ancho de la entrevista, Albert mantiene que debemos tener dos vidas: una de ellas destinada solamente para leer o releer. Estudió en la Universidad de Barcelona y "Por hacer a tu muerte compañía" es su primera novela. En 2017 escribió un ensayo titulado "Yo no quiero ir a esta escuela"

Y después de esta introducción ha llegado el momento esperado. Ha llegado el momento de que Albert ponga voz a las respuestas a cada una de las cuestiones formuladas por SuperLectorAlfa. Comenzamos en 3,2,1,...



- Eres de Gavá. ¿Cómo era el Gavá de tu infancia? ¿Ha cambiado mucho Gavá?

Gavà, hace cincuenta años, era un pueblo que empezaba a ser ciudad… Eran los años sesenta y todos los pueblos de alrededor de Barcelona crecían con la inmigración.
Yo nací en un barrio de las afueras de Gavà, un barrio que crecía con casas levantadas a base de horas extras y de muchas estrecheces. Unas casas por cuyas ventanas escapa el olor a cocido mezclado con las canciones de Juanito Valderrama y Manolo Escobar… Un barrio de calles sin asfaltar, sin coches y repletas de chiquillos que hacían de aquellos terrenos su lugar de juegos, de experiencias, de vida. Un barrio donde los vecinos se conocían y se ayudaban, donde los niños jugaban todo el día hasta que una madre, la de cualquiera, salía a la ventana y nos llamaba a comer…El barrio de una época en la que Netflix era sacar una silla a la calle a tomar el fresco…
Ahora Gavà es una ciudad con las comodidades y desventajas de cualquier otra… Yo sigo viviendo en el mismo barrio, pero en estas calles ya no hay niños jugando, el terreno está dominado por los automóviles, las ventanas y las puertas están cerradas y los vecinos son unos desconocidos…


- ¿Has sentido siempre esa simpatía que se le tiene a las letras y al mundo literario o has tenido épocas en las que estabas lejos de las letras?

Siempre he sido “de letras”. Desde los inicios del BUP me atrajo el estudio de la Literatura… Recuerdo que mis madre debió pensar que era un bicho raro cuando un aniversario le pedí que me comprara un libro que había visto en un escaparate y que se titulaba “Historia de la Literatura”.
A partir de entonces me convertí en lector compulsivo. Y empecé a escribir algunos textos que guardaba sólo para mí. En 3º de BUP gané el premio de redacción del Instituto, pero, sobre todo, seguí leyendo.


- ¿Hay algún libro que te ha marcado en tu trayectoria?

Recuerdo el libro que realmente me enganchó a la lectura. Supongo que había leído otros anteriormente, pero fue “Diez negritos”, de Agatha Christie, el que realmente me hizo comprender la magia que podía esconderse entre las páginas de un libro. Aquél consiguió que, por primera vez, no saliera la tarde de un sábado a jugar a la calle… Aquella tarde me quedé encerrado en la habitación leyendo y, a partir de entonces, vendrían muchas tardes más…
Desde aquel día he leído muchísimo y de géneros muy diversos. Muchos autores me han marcado como lector. Me parece pretencioso decir que alguno de ellos me ha marcado como escritor… Imagino que cada uno de ellos me ha ido dejando un poso que, inconscientemente, debe aparecer en mi prosa.


- ¿Quién o quiénes son tus referentes literarios?

Francisco González Ledesma, referente de Albert.
La lista sería interminable… Entre mis preferidos estarían, seguro, Eduardo Mendoza, Manuel Vázquez Montalbán, Andreu Martín y Henning Mankell. Pero no podría olvidarme de Juan Madrid, Lorenzo Silva, Alicia Giménez Bartlett y Vicente Álvarez.
Pero por encima de todos está Francisco González Ledesma. Para mí, el escritor español más grande de la segunda mitad del siglo XX. Autor poco conocido, como pasa muchas veces, en nuestro país, pero que en Francia era toda una institución. El autor que todo el mundo debería leer alguna vez…


- En la solapa de tu novela “Por hacer a tu muerte compañía” viene mencionado que mantienes que cada persona debe tener dos vidas, de las que una se debería dedicar a leer, ¿por qué crees que cada persona debería tener dos vidas y utilizar una de ellas para leer?

Deberíamos tener una vida para leer… y para releer, pues hay autores que merecen ser releídos cada cierto tiempo… Eso me pasa a mí con Ledesma… Cada relectura es un disfrute mayor, un nuevo descubrimiento.
La vida nos ofrece innumerables maravillas y alicientes, pero para mí no hay ninguno mejor que meterse en la piel de unos personajes que me hacen vivir otras vidas, otras historias, otras vivencias…
En esta época en que estamos abducidos por las series de televisión, yo defiendo la función de los libros. En esta época audiovisual, yo abogo por los libros. En esta época donde priva la inmediatez, yo estoy de parte de la relajación que me ofrece una novela.


- En 2017 publicaste un ensayo llamado “Yo no quiero ir a esta escuela” en el que reflexionas sobre el sistema educativo actual. Ahora yo te pregunto: desde tu punto de vista, ¿cómo es el sistema educativo actual? ¿Qué se podría hacer para tener un sistema educativo mejor?

La escuela actual se parece mucho a la escuela en la que estudié yo. ¡Y han pasado casi cuarenta años desde que salí del Instituto! Y lo más grave es que ni la sociedad es la misma ni los niños son iguales que entonces…
La escuela actual, en muchos casos, no da respuesta a las necesidades de los alumnos… La escuela debería preparar a los alumnos para poder enfrentarse a los retos del siglo XXI. Y esos retos son muy diferentes a los que teníamos nosotros cuando éramos críos.
En la escuela actual, el profesor debería dar un paso al lado y dar todo el protagonismo al alumno. Es el alumno el verdadero protagonista. El profesor debe ser un guía, una ayuda… No el ser que todo lo sabe…
Yo, que creo mucho en las palabras, considero que la escuela debería cambiar la definición con la que aparece en el diccionario: centro de enseñanza. ¡No! La escuela no debe ser un centro de enseñanza, sino un centro de aprendizaje… Sólo con el cambio de esa palabra, cambia todo. Si es un centro de enseñanza, el protagonista es el profesor. En un centro de aprendizaje, el alumno pasa a estar en el foco y a ser el eje sobre el que gira todo.


- Volviendo a la novela “Por hacer a tu muerte compañía”, se ve que la música está muy unida a tu vida. ¿Con qué tipo de música disfrutas más? 

La música llegó a mí durante mi adolescencia. Debía tener catorce o quince años cuando descubrí el rock… ¡Hasta entonces, sólo escuchaba a Nino Bravo! Pero durante un verano conocí a unos cuantos grupos que cambiaron mi existencia. Siempre digo que en aquel momento me hice mayor…
El rock de los setenta, la época dorada de la historia de la música, es la banda sonora de mi vida… Neil Young, Lou Reed, Pink Floyd, Yes, Dylan, Clapton… Tantos y tantos grupos con los que relaciono episodios y momentos de mi vida… Pero por encima de todos ellos: Jethro Tull, la banda que ha puesto música a mi vida desde los quince años… Y que la sigue poniendo, ya que soy el presidente del club de fans español…


- El título “Por hacer a tu muerte compañía”, ¿era el que tenías en mente desde un principio o le tuviste que cambiar el nombre en alguna ocasión?

La novela nació con un título provisional que no me gustaba… Pero no soportaba abrir el Word y que aparecieran ya las primeras líneas de la novela… Así que decidí ponerle al documento una página a modo de portada con un título en el centro. Pero ese título no me convencía.
Una vez acabada la escritura y después de meses de corrección, junto con mi esposa Núria comenzamos la búsqueda del título definitivo. Hicimos una lista, poníamos uno y lo dejábamos reposar durante una semana. Pero ese tampoco nos convencía y probábamos con otro… ¡Pero no había manera!
La novela estaba a punto de ser enviada a impresión cuando recordé un poema de mi poeta de cabecera: Miguel Hernández. Fue entonces cuando me salvó la Elegía que Hernández escribió cuando se enteró de la muerte de Lorca. En aquel poema aparecen esos versos de “por hacer a tu muerte compañía”. Y entonces vi claro que ese era el título que estaba buscando, pues la protagonista de mi novela se da cuenta de que ella ha vuelto a su ciudad para hacer compañía a la muerte de su abuelo.
A partir de ese momento, y a contrarreloj, tuve que hacer algunos pequeños cambios en el texto para que quedara claro y justificado el uso de ese título… Pero después de semanas de angustia buscando el título, me llenaba de satisfacción cerrar el círculo con uno de los autores de mi vida.


- En la novela nos encontramos con la protagonista, Julia Rovira de nombre. ¿Qué destacarías de ella? ¿Y de Martí Rovira, el abuelo de Julia que también tiene un peso muy importante en la novela?

Julia y Martí, nieta y abuelo, personajes que se complementan y se retroalimentan…
Julia vuelve a Gavà veinte años después, arrastrando una existencia de desaciertos y con muchos agujeros en su alma. 45 años y se siente incompleta, vacía, insatisfecha. La vuelta a sus orígenes, a su pasado, a sus recuerdos, es la última oportunidad que se da a sí misma.
Martí, un joven de los convulsos años veinte, un anarquista con convicciones e ideales que, a veces por principios y a veces por necesidad, deberá tomar decisiones duras.
En la novela quería mostrar cómo la investigación que llevará a cabo Julia y que le hará descubrir un abuelo muy diferente al que le habían explicado, le ayudará a reconstruirse. Mientras asistimos al hundimiento ético y moral de Martí, descubrimos cómo Julia renace. Como si de dos vasos comunicantes se tratara, Julia se alimenta del pasado de su abuelo para, al final de la novela, sentir que ha rellenado todos sus vacíos y por fin es la mujer completa que anhelaba.


- En la novela, tratas de relatar la historia de Gavá en tres épocas distintas. La primera de ellas, retratas al Gavá de los años veinte y treinta; la segunda, la Barcelona de los movimientos anarquistas; y una tercera época que es la de tu infancia y juventud. ¿Cómo era la vida de la gente que vivía en el Gavá de los años veinte y treinta?

Gavà en aquellos años era un pueblecito pequeño y pobre. A penas dos mil habitantes dedicados a la agricultura y cargados de penurias. Pero en esa época llega al pueblo Artur Costa, un potentado barcelonés que construye su casa de veraneo.
Costa construirá el American Lake, lo que él quería convertir en el Montecarlo catalán. Un parque lúdico de 35.000 m2 con hotel, casino, restaurantes, un lago con barcas y una isla con avestruces en el centro, un bosque surcado por arroyos, un tren que recorría todo el perímetro… Una cosa impensable en aquella época y más en un pueblo como Gavà…
También es la época en que se establecen en el pueblo las primeras indústias, entre las que destacará la fábrica Roca de sanitarios.
Todo ese pasado, toda esa época, quería que tuviera un peso importante en la novela.


- “Por hacer a tu muerte compañía” es una novela en la que el pasado y los recuerdos cobran gran importancia. ¿Crees que es bueno “viajar”, en cierta medida, al pasado?

Considero que no es que sea bueno “viajar” al pasado, sino que es algo totalmente necesario. Tal como dice Raimon en una de sus imperecederas canciones: “quien pierde los orígenes, pierde la identidad”.
Nuestros recuerdos y nuestros pasados son eso, nuestros… Forman parte de nosotros y nos ayudan a conformar nuestro ser. Por eso creo que es importante volver a ellos de tanto en tanto. No para ser críticos con el pasado, sino para aprender de él… Como dice el padre de Julia al final de la novela: «Con sus sombras y sus luces, el abuelo fue producto de un tiempo y de unas circunstancias...y nosotros no seríamos justos si lo valorásemos desde nuestro cómodo presente.»


- ¿Qué buscas en los lectores con “Por hacer a tu muerte compañía”?

La época de la Barcelona anarquista de los años veinte y treinta me parece fascinante. Una época donde obreros jovencísimos se jugaron la libertad y en muchos caos la vida para conseguir mejoras laborales de las que nos hemos beneficiado nosotros. Muchos deben pensar que las ciertos derechos ya venían de serie… Pero no, se consiguieron con huelgas y manifestaciones que fueron brutalmente combatidas por el gobierno en connivencia con la patronal.
Barcelona era conocida en aquella época como la “Rosa de fuego” y sus calles quedaron teñidas con la sangre de casi mil asesinados por los pistoleros del Sindicato Libre. Se realizó un verdadero terrorismo de estado…
Y esa época es muy desconocida para buena parte de la sociedad. Después llegó la Guerra Civil y se lo comió todo… Por eso he querido con mi novela recordar una época tan importante y tan ignorada.


- ¿Tienes algún proyecto literario nuevo en mente?

Tengo en mente y he comenzado a trabajar en tres novelas negras protagonizadas por unos Mossos d’Esquadra y que continuarán teniendo Gavà como territorio reconocible.
Pero de todas maneras, no me gusta etiquetar las obras… Vivimos obsesionados por poner etiquetas a todo… “Por hacer a tu muerte compañía” supongo que se considera una novela histórica porque está centrada en una época concreta de nuestra historia. Pero en el fondo, desde los griegos, desde Shakespeare, todas las historias hablan de lo mismo: de los grandes sentimientos humanos. Mi obra habla de amor, de envidia, de odio… Y mis nuevas novelas seguirán hablando de eso.


- A la hora de escribir, ¿tienes alguna maní o ritual previo?

No hay ritual que valga… Lo único válido es trabajar y ponerle ganas… Hay días más provechosos que otros, pero para escribir hay que ser tenaz y constante. Como dijo aquél: «Que las musas te pillen trabajando.»
Eso sí, para una novela como “Por hacer a tu muerte compañía” es muy importante la documentación histórica… Y a eso dediqué unos cuantos meses… Meses que me hicieron disfrutar muchísimo.


- Como lector, ¿lees de todo o lees obras literarias de algún género literario en concreto?

Desde hace más de veinticinco años soy principalmente lector de novela negra. No me cierro a ningún género y a lo largo del año leo muchos libros que se escapan de ese género. Pero el negro es el género que más me hace disfrutar y el que considero más relevante, pues en el fondo es como la novela social de los años cincuenta… Es la literatura que critica a la sociedad… Lo de menos es el crimen o la investigación. Eso queda para la novela policiaca o detectivesca.
Antes de los veintiocho años leí a los clásicos… Incluso durante la época de la mili me leí buena parte de la literatura sudamericana, cosa que ahora me costaría muchísimo.


- ¿Qué consejo le darías a aquellas que quieren empezar a escribir sus primeros libros pero que, por diversos motivos, no terminan de dar el paso?

Creo que en esta vida, y sobre todo cuando se tiene ya una determinada edad, hay que hacer cosas que te ofrezcan satisfacción personal. Eso es lo que me da a mí escribir. Lo demás…
Yo sólo soy un lector que a veces escribe… No soy nadie para dar consejos… Pero sí estoy convencido que la felicidad únicamente se consigue poniendo pasión en todo lo que haces. Y eso es lo que yo intento. También cuando me planto ante un folio en blanco.


- Para finalizar la entrevista, la gente que no  haya leído y que quiera adquirir algún ejemplar de “Por hacer a tu muerte compañía”, ¿de qué modo lo puede hacer?

La novela salió al mercado a finales del año pasado. Se puede pedir en cualquier librería, que son los reductos que luchan contra la globalización y que debemos cuidar… Aunque, evidentemente, también se puede encontrar en cualquiera de las plataformas habituales.
También se puede solicitar en mi web (www.albertvillanueva.es), donde también se encontrará información complementaria de la novela: fotografías, datos biográficos de los personajes históricos que aparecen, acceso a la banda sonora, etc.

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