Cartagena.
20 de enero de 1991
Una madre joven. Un padre
joven. Ella de Cartagena. Él de San Fernando (Cádiz). Ambos padres de una niña
de pelos rojos como el fuego, con alguna que otra peca a lo largo y ancho de la
cara. Todos esperando al nuevo inquilino y al nuevo miembro de la familia.
La niña le dice a su padre:
-
Papi, ¿voy a tener un hermanito al que cuidar y
con quien podré jugar hasta hartarme de jugar?
-
Si, hija. Vas a tener un hermanito. Por eso
esta noche te quedas con la abuelita.
-
¿Y puedo irme a dormir tarde?
-
Ni hablar pequeñaja. Ahora le digo a la abuela
a que hora quiero que te vayas a dormir la mona a pata suelta.
Dicho esto, el padre se
dispone a coger el coche para ir al hospital en donde estaba su mujer esperando
a que viniera la nueva criatura.
Cuando llega al hospital,
Paco, que así se llamaba y se sigue llamando aquel hombre jovencito, recorre
todo el pasillo, pasillo que le empieza a ser familiar por las veces que ya ha
pasado por allí. Después de caminar unos pasos, se detiene delante de una
puerta de color verde claro. Esa puerta da a la habitación en la que se
encuentra su mujer, quien se llamaba y se sigue llamando Tona.
-
¿Cómo estás?
-
Pues ya me ves. Desquiciada y con ganas de
tener entre mis manos al pequeño terremoto que esperamos con tanto ahínco.
-
No te preocupes Tona. Ya verás que pronto
vendrá nuestro pequeño terremoto.
En ese momento, Tona siente un
dolor inaguantable en la zona del tórax.
-
Paco, avisa a un médico. Creo que el chiquillo
no quiere esperar más tiempo dentro de mi tripa.
-
Doctor, venga rápido. Mi esposa ya está a punto
de dar a luz.
-
De acuerdo caballero. Nos la llevamos. Si
quiere, puede esperar aquí o puede acompañarnos hasta la puerta de maternidad.
- le replicó el médico a Paco muy alegremente.
Mientras duró el traslado para
que Tona pudiera dar a luz al crío que esperaba con tanto interés tuvo un
pensamiento en la cabeza: “¡Vaya con el muchacho! Ayer dándome la paliza para
salir y “fastidiándome” al mismo tiempo la película de “El Fantasma de la
Ópera”!”
Mientras que Tona estaba
dentro para salir acompañada de su retoño, Paco se quedó en la puerta mientras
hablaba y hablaba por el teléfono de la habitación.
-
Mamá, ¿cómo está la chiquilla?
-
Está muy bien. Ha estado jugando con tu padre y
los dos han caído redondos de sueño hasta ahora que siguen durmiendo la mona.
-
Te llamaba para decirte que eres nuevamente
abuela. Díselo a papá y a la cría cuando se despierten.
-
No te preocupes. Yo se lo digo. Que alegría.
¿Cuándo ha nacido el crío?
-
Acaba de nacer. Estoy esperando a Tona en la
habitación.
-
¿Has hablado con tu suegra?
-
Si mamá. La he llamado antes porque así me dijo
Tona. Pronto iremos a la casa tres personas.
Cuando terminó de hablar con
su madre, Paco se sobresaltó al ver la puerta abierta y a su mujer muy feliz
con un retoño en brazos.
-
Paco, saluda a nuestro hijo.
-
Hola pequeñín.- en ese momento, el pequeño
agarró el dedo de su padre como si no hubiera un mañana.- ¿Qué tal ha ido?
-
Bien, aunque todavía estoy con los efectos de
la anestesia. Toma al crío en brazos mientras que descanso un poco después de
mucho trabajo.
-
He llamado a tu familia y a la mía
transmitiéndoles la grata noticia.
-
De acuerdo. Enhorabuena papá- dijo con una
sonrisa de oreja a oreja Tona.
-
Enhorabuena mamá.- correspondió al comentario
Paco.
Al cabo de unos días y después
de descansar un tiempo de tanto hospital llegó el momento de bautizar al crío.
-
Paco, ¿a quién ponemos de madrina y de padrino
del niño?
-
Si te parece ponemos a tu hermana Luisa y a mi
padre.
-
De acuerdo. No se hable más.
Desde ese momento, ese crío
que nació un 20 de enero de 1991, es decir, hace 28 años, tiene la mejor
madrina que se pueda tener y al mejor padrino protegiéndome allá en donde está
después del viaje que emprendió hace ya algo más de 10 años.
Ese niño que nació ese 20 de
enero de 1991 es quien ha escrito estas líneas y quien está muy agradecido por
todo lo que han hecho sus familiares: a quienes siguen aquí y pueden celebrar,
de una manera u otra, mis 28 años y a quien, en 2008 nos dejó hasta que, en
algún momento, lo volvamos a ver.
Después de 28 años dando
tumbos he podido encontrar algo que de verdad me gusta y me apasiona es todo
gracias a mi familia, en especial gracias a mis padres que han bregado conmigo
de pequeño y que todavía siguen en la cumbre de la ola intentando echarme una
mano en todo lo que pueden, a mi hermana, que pocas veces se lo he dicho, que
es un ejemplo a seguir, a mi hermano, quien vino después, a mis abuelos, tíos,
y mención aparte merece mi madrina y mi padrino de bautizo. Todavía puedo
contar con mi madrina y a mi padrino SIEMPRE lo tengo presente. No hay día que
no me acuerde de él. GRACIAS FAMILIA por ser como sois. OS QUIERO Y SIEMPRE OS
QUERRÉ.
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