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domingo, 14 de febrero de 2021

JON ARAMENDIA HUARTE: "La literatura abarca todas las emociones y todos los talentos, el pasado y el futuro, lo seguro y lo imposible".

 

Hoy domingo, día 14 de febrero, ha dado la casualidad de ser el día de los enamorados y de ser el día en que tenemos un nuevo invitado en SuperLectorAlfa. Su nombre es Jon Aramendia Huarte y es autor de "El demonio de Laplace", novela ganadora, en el pasado mes de septiembre de 2020, del II Premio Icue Negro que se otorga en Cartagena Negra para aquellos autores que hacen su debut en novela negra. 
 
Jon nació en Pamplona en el verano de 1969, concretamente nació en agosto. Hay que comentar que su formación académica no tiene nada que ver con la literatura pero lo que si es verdad es la presencia de su afición por la escritura desde edad temprana. Mientras estudiaba psicología en la UNED sentó la curiosidad por distintos descubrimientos relacionados con la biología y física de la conducta humana. 
 
Presentado nuestro invitado de hoy, ha llegado el momento de comenzar con la entrevista...
 
 

- Esta pregunta siempre se la formulo a cada autor a quien entrevisto para el blog. ¿Qué es la literatura para ti?

La literatura es el único lugar de toda nuestra existencia donde todo es posible. Esta máxima es igualmente trasladable a la lectura como a la escritura. Nunca sabemos que mundos, personajes o ideas nos encontraremos al leer un nuevo libro. Y tampoco sabemos a ciencia cierta los que nosotros mismos seremos capaces de crear. La literatura abarca todas las emociones y todos los talentos, el pasado y el futuro, lo seguro y lo imposible. Para mí la literatura es esa puerta tras los abrigos en el fondo del armario.

 

- ¿Has sentido desde siempre esa simpatía que se le tiene a las letras?

En absoluto. Yo odiaba la clase de lengua y por ende lo que entonces nos obligaban a leer. Siempre he sido más de ciencias y siento que tengo algunas carencias relacionadas con lo que debería haber aprendido en aquellos años de primera juventud, pero los buenos libros me fueron llevando poco a poco al redil. La escritura, sin embargo, creo que me ha acompañado de una forma más cómplice desde pequeño, probablemente era una necesidad de dar orden a mis pensamientos. 

 

- ¿En qué momento dijiste de empezar a escribir para que la gente te pudiera leer? ¿Pensabas desde el principio publicar o escribías para tu entorno más cercano?

Si no cuento las canciones que escribía ya desde bastante joven, creo que no me decidí a enseñar nada hasta terminar mi primera novela. He de admitir, sin sombra de rubor que, desde los primeros capítulos de esa obra, ya estaba decidido a mostrar, publicar y si fuese posible dedicarme de forma exclusiva a la escritura. Nunca había afrontado una historia larga y compleja, y pensaba como cualquiera cuando empieza, que quizás no lo llegaría a conseguir. Pronto descubrí que aquello me encantaba, que las horas transcurrían fugaces mientras escribía y que me sentía como suponía que lo hacían los escritores.

Por supuesto solo el entorno más cercano es el que comenzó a leer mis novelas; «lo cierto es que ahora tampoco las lee mucha más gente», pero como le gusta decir a mi editora, esto es una carrera de fondo y a mí me encanta correr. 

 

- ¿Hay algún libro que te haya marcado a lo largo de tu trayectoria?

Yo creo que hay muchos libros que han tenido gran influencia en mi vida, me gustaría tener más memoria para recordar cada giro en el camino, pero no puedo decir que ninguno me haya marcado de forma única. Quizás “El lobo estepario” es una de las últimas que me dejaron huella. Si recuerdo que cuando leí Juan salvador Gaviota estaba en una época difícil y extraje de aquella novela algo que me ayudó a superar mi situación. La he leído en otras ocasiones y no ha tenido el mismo resultado. Supongo que la impresión que deja un libro en nosotros es fruto de la interacción entre lectura y lector. 

 

- ¿Quién o quiénes son tus referentes literarios? 

Saramago
Mis referentes han ido cambiando con los años. De joven leía mucha filosofía europea y sentía que aquella forma enrevesada de expresar las cosas era de lo más inteligente e intentaba imitarla. Después descubrí a Saramago, a Cortázar, a Borges… y vi que se podían decir cosas igualmente profundas desde la sencillez, sencillez de palabra entiéndase. Luego he pasado los años saltando de admiración en admiración con otros autores a los intento robar su esencia y hacerla mía, pero lo cierto es que mi pretensión no es escribir como ninguno de ellos. Creo que lo único que hace diferente a un escritor es ser fiel a sus propias diferencias.

- Hablemos de “El demonio de Laplace”. ¿Cómo surge la novela?

Como todas las novelas que he escrito hasta ahora, lo primero siempre es la idea desnuda. El determinismo. En aquellos años estaba estudiando psicología y al abordar el funcionamiento de nuestro cerebro a nivel electroquímico, quedé prendado por lo que a todas luces parecía un funcionamiento totalmente ajeno a la voluntad. Esta parecía ser solo un subproducto de la propia mecánica de la complejidad sináptica. Comencé a leer sobre el libre albedrío, sobre el determinismo en la física y descubrí a Pierre Simón Laplace, un matemático y astrónomo francés que fue el primero en trabajar con un demonio; un ser hipotético con el que teorizar, que a mi forma de ver representaba la idea principal que yo quería expresar y me permitía jugar de una forma intencionadamente confusa con la idea del mal que, como no puede ser de otra forma, queda inhabilitada por el determinismo. El resto ya solo trataba de encontrar el entorno y los personajes, el tono y el acierto con todo ese atrezo que envolvería la idea.

 

- El título, ¿era el que tenías en mente desde el principio o le tuviste que cambiar el nombre en alguna ocasión?

No. Si mal no recuerdo, mientras me documentaba ya había comenzado a escribir algo sobre la banda de rock y se me ocurrieron algunos nombres pegadizos para esta, que pretendía hacer extensibles a la novela, pero cuando encontré el paradójico Demonio de Laplace no lo dudé ni un instante.

 

- En esas novelas en las que parece que hay varias historias que no tienen nada que ver entre sí, como es el caso de “El demonio de Laplace”, ¿es fácil hacer la unión de estas historias o es un tanto complicado hacer esa conexión para que, al final, las subtramas tengan sentido?

Yo creo que para el escritor es más sencillo si lo tiene todo bien organizado antes de comenzar a escribir. No obstante, aunque tengas muy claras de forma independiente las distintas historias que componen la trama, si no son paralelas en el tiempo, como es el caso de esta novela, hay que ser muy cuidadoso en cómo y cuándo saltar de una a la otra para que el lector no se pierda. Es en mi opinión un trabajo sobre todo de reescritura y de no conformarte hasta que el resultado es el que deseas.

 

- En septiembre del año 2020, año que siempre será recordado por la irrupción con fuerza del coronavirus, conseguiste hacerte con el II Premio Icue Negro del festival literario Cartagena Negra y recientemente has sido nominado para el premio que otorga Morella Negra. ¿Cómo fue la sensación a la hora de ganar el premio? 

Jon Aramendia con el galardón Icue Negro
La sensación te retrotrae a la infancia. A ese tipo de ilusiones que te hacían dar saltos de alegría pero que, dada tu edad, debes contener con indolente elegancia y dar los saltos cuando nadie te ve. Ese es el primer impulso. Luego llega una satisfacción algo más madura, donde sientes que lo que a ti te parece bien escrito, también se lo parece a otros que entienden y eso refuerza tus ganas de continuar y un poquito tu ego. Después llega el premio verdadero, que es conocer a todas esas personas interesantes que encuentras en estos eventos, esos nuevos amigos que enriquecen tu vida.

   

- ¿Pensabas o te podías imaginar que “El demonio de Laplace” venía pisando fuerte en los festivales de novela negra?

Bueno, no sé si tanto como pisar fuerte, pero desde luego no lo imaginaba, bueno imaginarlo si, porque eso es sencillo, lo que no hacía era creer que sucedería de verdad. Por supuesto, pese a toda la alegría inesperada de estos reconocimientos, sigo siendo muy consciente de mi diminutez, y del largo trecho que me separa del lugar al que quisiera llegar, pero como me dijo un amigo escritor de mi tierra: es un pasito en la buena dirección.

 

- ¿Tienes en mente algún nuevo proyecto literario a corto, medio o largo plazo?

Si claro, tengo una nueva novela terminada en manos de mi editora y el primer borrador casi listo de mi segunda apuesta por el género negro. Tengo otras dos terminadas de otros estilos que he ido dejando atrás por falta de tiempo pendientes de reescritura y corrección. Proyectos no me faltan, escribo cuando puedo algunos relatos y sigo escribiendo las canciones de mi grupo, lo único que me falta es tiempo.  

 

- Durante este tiempo que estamos viviendo por culpa de la pandemia, ¿qué ha sido lo que más has echado de menos?

¡Uy! Podría hacer una larga lista. Estar con la gente que quiero y no haber podido despedirme de mi tío sería lo más duro y personal. Luego he de reconocer que todas mis demandas son casi frívolas teniendo en cuenta la cantidad de personas que tienen problemas verdaderos. Pero contestando a lo que supongo me preguntas, hacer y asistir a presentaciones como es debido sería lo que más me ha afectado a nivel literario. También echo en falta los conciertos, las cenas, las marchas, el mar…

 

- Como lector, ¿qué ha sido de lo último que has leído?

Mis tres últimas lecturas han sido: Progenie, una novela detectivesca y trepidante de Susana Martín Gijón, a la que tuve el gusto de conocer en Cartagena negra. El bosque oscuro, la segunda parte de una trilogía de alucinante ciencia ficción de Liu Cixin y ahora estoy terminando el Sueño eterno de Raymond Chandler, que estoy leyendo con intención de coger el tono adecuado para un relato. Me esperan sobre la mesilla, 5 Jotas, de Paco Gómez Escribano, al que también tuve el placer de conocer en el certamen de Cartagena y que, por lo que me han dicho, me va a hacer pasar un buen rato, y un libro de divulgación en neurociencia, Viaje a tu cerebro, de Rosa Casafont. 

 

- ¿Eres de libro en papel o en formato digital?

Soy de todo. Creo que poco a poco, los que somos lectores de encender un libro con las brasas del anterior, nos vemos en la obligación de usar también este nuevo formato por su versatilidad, diccionarios, traductores, luz, coste…, cada formato tiene sus pros y sus contras, pero sigo prefiriendo leer en papel. Cuando una novela me parece realmente buena, me ilusiona mucho más poseerla de forma tangible que en una carpeta de mi portátil. Esto último tiene más que ver con ese hábito absurdo que tenemos de acumular objetos que, con la lectura en sí, pero que le vamos a hacer, así es. 

 

- Para terminar la entrevista, la gente que la haya leído y que quiera algún ejemplar de “El demonio de Laplace”, ¿de qué modo lo pueden adquirir?

Se puede adquirir directamente en Ediciones Eunate, o en cualquier otra librería on line. También se le puede decir al librero de confianza que la pida como cualquier otro libro de los que se publican en España. Está disponible en formato digital si se desea esta opción. Yo, desde luego aconsejo el formato papel ya que María Oset, de Ediciones Eunate, ha hecho un trabajo exquisito y esto se aprecia más en este formato.

 

Muchas gracias, Jon. Ha sido un placer tenerte en el blog y desearte lo mejor de cara al futuro y que sigas enriqueciendo a la literatura actual. 
Gracias a ti por dedicarme tu tiempo.

 

 


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